Normalmente cuando se habla de hipotecas, lo que nos viene a la mente son los préstamos hipotecarios para adquirir una vivienda.
Sin embargo una hipoteca no es más que una garantía real sobre un bien (la más usual, sobre un inmueble) que garantiza el cumplimiento de una obligación (un préstamo o un crédito, por ejemplo). Detrás de esta definición jurídica, lo que hay no es nada más que una forma de que una persona o empresa (banco) se asegure cobrar el dinero que deja prestado. Si el deudor no paga, el banco ejecuta la hipoteca y obliga a una venta forzosa en subasta, adjudicándose el bien en caso de que no haya otras ofertas.
Por tanto, es perfectamente posible solicitar un préstamo hipotecario cuya finalidad no sea adquirir una vivienda, sino otro fin. Para ello, evidentemente, el deudor ofrece un inmueble en garantía, de su propiedad o de otra persona (que autorizaría hipotecar su bien, pasando a ser un hipotecante no deudor).
En realidad es una variante de la reunificación de deudas, en la que en lugar de solicitar dinero para agrupar los préstamos y deudas en una nueva hipoteca, se solicita liquidez para algún otro fin. Aquí lo importante es que el fin tenga sentido; solicitar una hipoteca para irse de viaje, en principio es algo financieramente muy discutible. El endeudamiento a largo plazo se tendría que reservar a inversiones a largo plazo, como la reforma de un inmueble o finalidades similares.
Hay que tener en cuenta que los tipos de interés suelen ser superiores a los que se ofrecen para un préstamo hipotecario de compra-venta. La razón estaría en que este tipo de operaciones, más atípicas, suelen tener un riesgo de impago superior. Sin embargo cada operación es un mundo.
Una hipoteca para reformar nuestra casa que vaya a menos del 50% de tasación puede obtener tipos de interés muy competitivos. En cambio, si la hipoteca es para cancelar una deuda con la Seguridad Social, por mucho que vayamos sobrados de tasación, seguramente los tipos de interés se acercarán a Euribor + 7 o superior.
Para entendernos, una hipoteca para obtener liquidez sería una forma similar a solicitar un préstamo personal, pero con las ventajas de una hipoteca; para el banco es un préstamo más seguro, y nos puede ofrecer tipos de interés sensiblemente inferiores y plazos más largos.
Para este tipo de operaciones hipotecarias lo más aconsejable es acudir al banco con el que operamos normalmente; hay entidades financieras especializadas en la reunificación de deudas que podrían estudiar este tipo de operaciones (actualmente prácticamente podemos decir que sólo queda Banco Primus), pero tengamos en cuenta que son más caras.
Y aprendamos de la crisis: el endeudamiento, sólo en casos realmente necesarios. para los lujos, mejor ahorrar.