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Queremos ser tu banco, o no

El lema con el que Banco Santander se ha publicitado en los últimos años es: Queremos ser tu banco. Con él, la entidad que preside Emilio Botín trata de resumir una estrategia en teoría enfocada hacia el cliente y en concreto a buscar lo que para este es más beneficioso. Pero ¿realmente es así? En su momento ya analizamos la oferta del Santander para domiciliar la nómina que básicamente puede resumirse como 0% de comisiones y descuentos en algunos servicios como vacaciones o alquiler de automóviles. Algo alejado de las mejores propuestas en este apartado, aunque con la ventaja de que no exige ningún periodo de permanencia.

Pero al margen de su oferta por domiciliar la nómina se presupone que una entidad que realmente quiere ser tu banco cuidará al cliente con otras promociones en depósitos, hipotecas e incluso asesoramiento. El problema es que no siempre es así. Nos comenta un usuario un caso algo peculiar, ya que tras serle concedido un préstamo hipotecario que debía firmarse un lunes, recibe la llamada de la directora de la sucursal el viernes anterior informándole de una ‘pequeña’ modificación en la condiciones de la hipoteca: la inclusión de un seguro de vida con un coste adicional de 9.000 euros. Sin tiempo de reacción, nuestro usuario acepta a regañadientes esta imposición de última hora (que además se ha extendido rápidamente para conceder una hipoteca). Aunque evidentemente se trata de un caso particular y posiblemente aislado, no deja de ser un buen ejemplo de hasta qué punto las entidades bancarias, y en este caso Santander, no quieren ser nuestro banco, sino que prefieren ser su propio banco. De he

Desde Rankia Fernan2 escribía ayer que el banco no es tu amigo en un artículo que no tienes desperdicio. En este caso se refería al asesoramiento que prestan los bancos a sus clientes y que desde Opcionis ya hemos tratado cuando nos preguntamos si las sucursales ofrecen hoy en día asesoramiento o sólo venden productos. Y es que cada vez más las oficinas bancarias se han convertido en una suerte de tienda con unos objetivos de venta como puede tenerlos un supermercado o una tienda de Zara. Es decir, hay ciertos productos que interesa ‘colocar’ antes que otros en función de la estrategia marcada por el banco y de sus necesidades.

El año pasado vivimos varios ejemplos, empezando por la ‘colocación’ de depósitos antes que cualquier otro producto y lo que es peor, de ampliaciones de capital como la que llevó a cabo el Banco Santander, salidas a Bolsa como la OPV de Criteria por parte de la La Caixa (pese a que desde la blogosfera se advirtió sobre sus peligros) o los bonos convertibles, también de Santander. En definitiva, opciones de inversión ventajosas para la entidad pero quizás no tanto para el cliente, especialmente cuando este no dispone de los conocimientos necesarios para evaluarlo y se fía de su ‘asesor’.

Una buena táctica puede ser decir siempre que no al primer producto que ofrezca el asesor de turno. Aunque a priori parezca algo ‘cafre’, puede tener su razón de ser. Casi siempre existirá una estrategia de venta por parte de las entidades financieras, que además sólo ofrecen sus productos y estos no siempre tienen por qué ser los mejores del mercado. Este es, además, uno de los problemas añadidos, ya que se limita mucho la oferta a la que puede acceder el cliente. Y aunque pudiese acceder a la oferta de otras entidades, siempre existirá un conflicto de intereses a favor de sus propios productos… En definitiva, que el banco no suele ser un buen lugar donde asesorarse. Como suele ocurrir demasiado a menudo, si algo es gratis es que tiene trampa, aunque en este caso ya sabemos dónde está.