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El oro mantiene su atractivo

Parece que la crisis nos ha llevado a de nuevo a los tiempos del salvaje Oeste cuando se desató la fiebre del oro. Y es que una los inversores han vuelto a elegir al preciado metal como su activo refugio preferido en momentos de incertidumbre. Por eso durante los momentos de mayor caída de los mercados su valor llegó a superar los 1.000 dólares por onza, aunque ahora se encuentra por debajo de esa cota.

La recuperación de la bolsa a finales de marzo y principios de abril ha hecho caer el precio del oro en torno a un 11% desde sus máximos de febrero, pero todavía sigue siendo una inversión muy a tener en cuenta, sobre todo a medio plazo. Las razones son diversas, pero la primera es que el oro es una de las pocas inversiones que no depende de decisiones gubernamentales y sobre todo que no se devalúa tan fácilmente como los activos dinerarios. En una sola palabra, es una inversión universal que siempre ha funcionado, desde que comenzó el comercio propiamente dicho. Además, con la presentación de resultados empresariales del primer trimestre tan cerca es posible que vuelvan a producirse sorpresas negativas que afecten a las inversiones en bolsa.

Existen diferentes opciones para comprar oro al alcance del inversor medio. La primera y en la que piensa casi todo el mundo cuando se trata de invertir en oro es comprar físicamente el metal. Es decir, adquirir lingotes o monedas de oro de 24 kilates. El problema es que se trata de un producto que no comercializan los bancos, algo que sí ocurre con el resto de opciones. En España existen varias empresas que se dedican a la compra venta de oro, aunque OroDirect es una de las pocas que lo hace como inversión.

Los mercados o ‘spot’ más activos para la compra y entrega inmediata de oro es el de Londres, aunque India, Oriente Medio, China, Singapur, Turquía, Italia y Estados Unidos son también mercados importantes de comercio de oro físico. Aunque la compra de oro como inversión está exenta de IVA, la adquisición física del metal plantea varios inconvenientes que además se traducen en un aumento de gastos frente al resto de opciones. El primero es que el precio de cada lingote oscila entre los 6.000 y los 22.000 euros en función de su pureza y custodiar ese capital acarrea ciertos costes en materia de seguridad. A esto hay que añadir los gastos de transporte y mantenimiento.

La opción más recomendable para evitar sobresaltos y cubrirse ante el robo (en caso de querer lingotes físicos) es optar por los certificados de depósito sobre oro. En realidad sólo se trata de un papel que certifica que se es poseedor del oro, lo que elimina el gasto de transporte y mantenimiento, además de hacer su custodia algo más llevadera.

Pero para invertir en oro no es necesario comprar los lingotes. El mercado ofrece otras alternativas menos costosas y también más flexibles para la negociación inmediata. La primera es acudir a fondos de inversión tradicionales que inviertan en materias primas y una segunda variante pasa por los ETF, que de hecho suele ser la alternativa más habitual.