La depreciación es un concepto contable en el que se considera la pérdida de valor de los activos. No obstante, al ser un elemento que debe reflejarse bajo las fórmulas estandarizadas de la contabilidad financiera, su método de cálculo también está exigido según las leyes contables y fiscales. Por ello, hoy en Opcionis vamos a repasar qué es la depreciación y cómo calcular la de un activo.
Qué es la depreciación
El concepto de depreciación corresponde al ámbito de la contabilidad. Es importante, porque los activos (bienes que tiene la empresa) duraderos o de largo plazo (denominado activos no corrientes) pierden valor con el paso del tiempo. Esta pérdida de valor debe estar reflejada en la contabilidad, de modo que cada año se retiren una parte de los beneficios contables para estar en disposición de renovarlo cuando llegue el momento, así como ir ajustando el valor del activo en los libros de contabilidad. El reflejar la depreciación de los activos en la contabilidad es una obligación legal. La empresa que no tenga en cuenta estas cuestiones puede ser multada.
Si por ejemplo, tenemos una empresa de transportes, y lógicamente compramos un camión, ¿valdrá lo mismo el camión el mismo año de su compra (nuevo) que tres años más tarde? Precisamente los elementos de transporte son uno de los activos que más rápidamente se deprecian. Pierden valor con el paso del tiempo a un ritmo elevado.
Las causas por la que los activos se deprecian son varias, como por ejemplo los cambios tecnológicos que los dejan obsoletos, su uso y desgaste por el normal funcionamiento; o simplemente por el paso del tiempo (incluso una devaluación de la divisa contribuye a la depreciación). No tan sólo afecta a los activos materiales (aquellos que pueden verse y tocarse), también afecta a los activos inmateriales (tales como marcas, patentes, etc.). Todos los activos de una empresa están sujetos a depreciación, en mayor o en menor medida.
Los activos se deprecian según una serie de criterios económicos y es necesario deducir esta porción del valor del activo en los libros de contabilidad (balance de situación). Así como el sentido que tienen los activos es generar rendimientos económicos, tienen que desgastarse para producir dichos rendimientos. La cuestión es que generen mayores rendimientos que su desgaste. Una parte de estos ingresos estará destinada a reemplazar los activos (amortizaciones). Esta es la idea.
Lo que define el plazo y las características de depreciación de cada uno de los activos es su propia naturaleza y la vida útil que pueda tener. No es lo mismo una planta de producción (el edificio) que la maquinaria contenida en ella. Para simplificar y en cierto modo estandarizar la vida útil de los activos, la legislación vigente en materia de contabilidad (y fiscalidad) establece unos plazos de depreciación, según varias categorías de activos.
En síntesis, podemos considerar la depreciación como la disminución del valor de los activos en términos de contabilidad. Para su cálculos se utilizan diversos criterios y mecanismos y es precisamente lo que trataremos a continuación.
Cómo calcular la depreciación de un activo
La legislación en materia contable no establece un único modo de calcular la depreciación de los activos. En principio porque no todas las empresas son iguales y puedan adaptar el cálculo de la pérdida del valor de sus activos de la forma que mejor se ajuste a sus necesidades reales.
Por ello, se escoge un criterio de los que vamos a tratar en breve. Este criterio se debe mantener (según el principio de uniformidad contable) y tan sólo se podrá cambiar haciéndolo constar en la memoria anual. Así como los motivos que impulsaron su cambio.
Cabe la pena indicar que la depreciación de los activos, y su modo de cálculo, tiene repercusiones fiscales. Muchas empresas establecen el criterio de depreciación según sus intereses en esta materia (pagar menos impuestos los primeros años, por ejemplo).
Para calcular la depreciación debemos partir de una serie de factores:
- Valor inicial del activo: Se trata de la base del cálculo. Normalemente, el valor inicial del bien se contabiliza como el coste de adquisición. Incluyendo todos los gastos asociados para que el activo estuviese operativo y en condiciones de generar rendimientos para la empresa.
- Vida útil estimada: Hay que tener en cuenta los plazos máximos. Existe una tabla en la Ley del Impuesto de Sociedades con los períodos máximos, así como el porcentaje anual máximo (en caso de realizar una amortización lineal). También deberemos considerar, dentro de estos máximos, la exposición a la obsolescencia y otras cuestiones para ajustar la vida útil del activo.
- Valor residual: Es el valor del bien una vez se hayan practicado las depreciaciones sobre el valor inicial durante toda la vida útil. Puede considerarse como su valor final, el valor de mercado de un activo que ya ha sido explotado (si es que tiene alguno).
Una vez vistos los factores, veremos los diferentes sistemas o métodos para su cálculo.
Método lineal o porcentaje constante
En el método más sencillo y más utilizado. Consiste simplemente en la depreciación constante, el mismo porcentaje año tras año durante toda la vida útil del activo. El porcentaje de depreciación máximo que podemos aplicar también viene indicado en la tabla de la Ley del Impuesto sobre Sociedades. Los plazos máximos indican el porcentaje mínimo y el porcentaje máximo ofrece el plazo mínimo.
Método de producción
Este método está en función con la productividad que aporta el activo. El coste de adquisición se divide entre el número de unidades que es capaz de producir el activo durante un ejercicio económico. También puede dividirse entre el número de horas
Método de suma de dígitos
El Plan General Contable también establece un método basado en un cálculo algo más complejo. Para su cálculo se tiene en cuenta el número de años de su vida útil. Se multiplica el año (año 1,2,3…etc.) al valor obtenido de dividir el coste de adquisición a la suma de todos los dígitos de los años de la vida útil (1+2+3… etc.). Puede utilizarse de forma creciente o decreciente, según los intereses fiscales y demás condiciones de la empresa.