Encontrar financiación sigue siendo complicado. Bancos y cajas de ahorro no terminan de abrir el grifo de los préstamos y las condiciones para acceder al dinero no son precisamente las más favorables para el cliente. Según los últimos datos del Banco de España, el tipo de interés medio de los préstamos al consumo se situó en el 10,61% TAE en abril, lo que supone una aumento respecto al marzo y al mismo mes de 2008.
El informe del Banco de España también muestra el mejor comportamiento de los préstamos hipotecarios frente a los personales. Es decir, pese a la crisis del sector inmobiliario, bancos y cajas de ahorro priman la concesión de hipotecas frente a otro tipo de financiación (¿tendrá que ver el que ahora los bancos vendan pisos con descuento?). Además, el tipo de interés de estos préstamos es menor que el de los que se otorgan a consumo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), su tipo de interés medio en marzo fue del 5,1%. La diferencia es importante y por eso la mayoría de expertos recomienza contratar un préstamo hipotecario frente a otras opciones. Sin embargo, esto no siempre es lo más conveniente. De hecho, las circunstancias personales pueden hacer que un préstamo personal sea más atractivo.
Para ilustrarlo vamos a tratar un caso particular en el que una pareja desea reformar su vivienda y empieza a buscar opciones de financiación. El único inconveniente es que la cuantía es algo más elevada de lo habitual: 100.0000 euros. Las entidades cuentan con prestamos específicos para el hogar. Generalmente se trata de préstamos personales a un tipo de interés fijo y por cuantías que rara vez superan los 60.000 euros. En este punto y teniendo en cuenta que los mejores créditos para reformas del hogar a tipo fijo ofrecen un tipo de interés entre el 8,75% y el 10% empiezan a plantearse la posibilidad de la hipoteca en lugar de un préstamo personal.
Para su desgracia, nuestra pareja ya ha terminado de pagar la hipoteca del piso en el que vive y deberá constituir una nueva. Si tuviese un préstamo hipotecario abierto todo sería más sencillo, ya que bastaría con ampliar el montante de la hipoteca, una operación con unos costes limitados. Sin embargo no es así en caso de recurrir a la hiptoeca deberán hacer frente al coste de la tasación del piso, comisión de estudio y de apertura del préstamo y por supuesto todos los costes notariales y de registro de la hipoteca (contituir una hipoteca no es barato). Así, que descartan esta opción para regresar a la de los préstamos personales.
Como hemos visto, la mayoría de préstamos personales se constituyen generalmente a tipo fijo. Es decir, el porcentaje que se paga de intereses no varía durante toda la vida del crédito. Las ventajas de este sistema son evidentes, pero también las desventajas. Se limita el riesgo pero habitualmente a costa de unos intereses algo más altos. Se trata de una buena opción para cantidades no demasiado elevadas o para perfiles de inversión muy conservadores. En el caso de nuestra pareja, la cantidad que solicitan (100.000 euros) juega en contra del préstamo a tipo fijo. ¿Qué opciones tienen entonces? Solicitar ese mismo crédito pero a tipo variable. Es decir, tal y como ocurre con la hipoteca se toma un indicador como referencia y los intereses varían en función de cómo se mueva este indicador, que además también suele ser el Euribor, aunque con diferenciales mayores a los de la hipoteca (+ 2,5% en el mejor de los casos).
Para cantidades muy elevadas este tipo de préstamos suelen funcionar mejor, como ocurre con los hipotecarios, aunque siempre hay que valorar en qué punto se encuentra el Euribor si este va a ser el índice de referencia. Así, por ejemplo, quienes contraten ahora un préstamo referenciado al Euribor deberán saber que este se encuentra en mínimos y que lo lógico es que suba con el paso del tiempo.