Muchas veces los argumentos que dan los políticos para justificar las norma que aprueban no se corresponden con sus objetivos reales o, en todo caso, sólo parcialmente. Confieso que lo que he visto en los medios de comunicación no me lleva a pensar que el reciente Real Decreto-ley 3/2012 persiga sólo crear empleo. En realidad, las reformas laborales no crean empleo, lo crean empresas e instituciones públicas si sus consumidores y contribuyentes tienen capacidad de consumir o pagar impuestos.
Por tanto, afirmar que son las empresas las que crean empleo es bastante discutible, en el sentido de que ellas contratan, pero es el consumidor con su demanda que les permite generar ingresos parea ello. No lo olvidemos cuando se nos dice “son las empresas las que generan empleo”, ya que este matiz es importante a la hora de identificar a los agentes que ayudan a generar ocupación. Sin ir más lejos, un trabajador con un sueldo mísero será un consumidor y un contribuyente cuya demanda será débil. Y ello incidirá en la no creación de puestos de trabajo de las empresas que no consiguen venderle sus bienes y servicios.
Es curioso como en temas de legislación económica, en los cuales es fácil crear leyes que acaban siendo papel mojado, el proverbio “piensa mal y acertarás” duele funcionar. Aún sin haberme leído la norma con tranquilidad, algunas de mis pesimistas predicciones se han cumplido, a tenor de lo que dice gente como Martin Varsavsky, Nada es Gratis o Actibva, entre otros. Por lo que voy leyendo, los más liberales destacan los puntos buenos y los más socialdemócratas los malos. Yo voy a intentar dar una opinión lo más pragmática posible sobre uno de los principales problemas que desde mi punto de vista (y el de muchos otros economistas que saben más que yo del tema), aquejan a nuestro mercado laboral, los escasos incentivos para que el trabajador cambie de empresa. Es decir, la poca movilidad laboral de la mano de obra española.
Abaratar y facilitar el despido de los trabajadores de las grandes empresas es un error, ya que básicamente se regala dinero al capital en detrimento de los empleados por cuenta ajena. Dudo que contraten mucho más por esta razón, este tipo de empresa. Como mínimo, este regalo a las empresas tendría que tener su contrapartida en algún tipo de mejora para los trabajadores. Me temo que el Gobierno actúa en base al mantra de que son las empresas las que crean empleo y se olvidan de que son los consumidores con su salario disponible los que compran y permiten que se cree empleo.
Otra cosa son las empresas pequeñas, de autónomos o socios de S.L. que avalan el endeudamiento bancario, por ejemplo. A estas empresas contratar sí les sale muy caro en términos de riesgo del propio patrimonio. Si se ven obligadas a despedir un trabajador por caída de ingresos importante, según la antigüedad que tenga es casi una ruina que puede ser un calvario. Este tipo de empresas es a las que hay que facilitar la posibilidad de adelgazar plantilla sin menoscabar innecesariamente los derechos de los trabajadores.
Una medida valiente para potenciar la movilidad de los trabajadores entre empresas y repartir el coste del despido habría sido implementar el llamado modelo austriaco, que crea un fondo personal para cada trabajador que no se pierde al cambiar de empresa y se cobra si se es depedido o en caso de formación u otro tipo de circunstancias.
Pero la reforma lo que hace es reducir los derechos de los trabajadores y no va a ser un gran aliciente para la contratación indefinida de los parados. Con mucha suerte, generará algo de empleo precario a costa de reducir drásticamente beneficios de los actuales empleados estables. En pocas palabras, si hay más empleo con esta reforma, será de mucha menos calidad, me temo.