La búsqueda de culpables de esta crisis económica monumental puede parecer cosa de niños, algo banal y sin mucho sentido. Nada más lejos de la realidad; sin culpables no hay culpa, se difumina en una aparente nebulosa de circunstancias y casualidades desafortunadas. Tampoco es que por identificar a los culpables se encuentre la solución, ni mucho menos. Pero es un buen comienzo.
Leyendo el interesante contenido de Aurelio Jiménez en su blog de Rankia “Economía Freak”, una vocecita socarrona que me habla de vez en cuando ha agitado mi apacible tranquilidad narrativa. Cada uno extrae de lo que lee cosas distintas, ya que las palabras despiertan nuestros propios miedos atávicos y nuestras ilusiones más recónditas. Tal vez lo que haya entendido yo del “Yo no tengo la culpa de tu crisis” no sea lo que el autor ha querido comunicar. O tal vez no de la forma que mi neocórtex lo ha planteado.
Entiendo que para Aurelio Jiménez el cliente bancario que contrató un préstamo hipotecario sin haberse leído y entendido la escritura es culpable de su situación de endeudamiento insostenible actual. Que la familia que no ahorra y gasta más allá de sus posibilidades es responsable de su crisis personal.
El fragmento final podría resumir su visión de culpables e inocentes:
No tengo la culpa de que desayunaras todos los días en el bar. No tengo la culpa de que seas un adicto al Estado del Bienestar. No tengo la culpa de tu adicción a las subvenciones y a las prestaciones sociales. No tengo la culpa de tu mala gestión personal. En definitiva, yo no tengo la culpa de que hayas vivido por encima de tus posibilidades.
Bueno, suena muy duro, un punto descarnado si lo leyera alguno de los culpables imaginarios a los que se refiere el autor. Estoy seguro que sus palabras buscan más sacudir las conciencias que decir lo que literalmente dicen. Sin embargo, mi auto-impuesta obligación es contestarle en base a lo que dice, ya que lo que piensa no lo puedo leer.
Mira, Aurelio:
Que tu te hayas ido de alquiler en lugar de comprar, es una opción. Pero si dentro de 5 años tu casero te pone de patitas en la calle, con niños, perro y muebles, ya me dirás si ha sido tan buena idea como pensabas. El alquiler, además, ayuda a que un hipotecado siga nutriendo el ciclo financiero del ladrillo, con lo que, en puridad, algo de culpa tienes también tu.
Que puedas ahorrar un poco cada día e irte de vacaciones sin agobios es algo que dice mucho de ti. Para empezar, que tus ingresos te permiten ahorrar. No te creas que todas las familias que no llegan a fin de mes son derrochadoras empedernidas. Te aseguro que pocos arruinan su núcleo familiar adrede.
En cuanto a los estudios, muchos hemos preferido largas horas de clase a trabajar de joven y tener caprichos etéreos. Sin embargo, tanto mérito no tiene, la verdad. Seguramente un hogar medianamente acomodado y con cultura de libros estimula el estudio. Y uno diferente, no. Tal vez haya en nuestra elección académica menos elección de lo que piensas. Los que estudian en la Universidad por las tardes-noches y trabajan de día, éstos sí merecen mi admiración. Pero estudiar en lugar de trabajar, no es que sea algo como para sentirse especial.
Los culpables de esta crisis no son los clientes ignorantes de los bancos, cuyo desconocimientos unas veces se debe a la pereza y otras a la ignorancia (si uno no sabe lo que no sabe, no tiene la posibilidad de aprenderlo). Está claro que lo ideal es leerse y asesorarse antes de firmar una condena financiera de por vida, la hipoteca. Pero, ¿sabían los que firmaban que el director de la sucursal no tenía ni puñetera idea de sus posibilidades de pagar correctamente las mensualidades?, ¿alguien les avisó de que los bancos venden, no asesoran? y, lo que es más importante, ¿tienen la misma culpa las entidades financieras al conceder las hipotecas que los clientes que las firmaron?
Rotundamente, a mi modo de ver, no.
Tal vez tu, Aurelio, no tengas la culpa de la crisis; en puridad, alguna tienes, al igual que todos los que acatamos por activa o por pasiva el modelo de sociedad en que vivimos. Pero es una culpa ínfima. Lo que sí te puedo decir es que yo no creo que los demás tengan la culpa; en todo caso la poca culpa que tuvieran al endeudarse la purgan con penurias de inusitada dureza.
Una regulación del suelo favorable a la especulación, unas entidades financieras que destinaron los recursos de los ahorradores al ladrillo, además de endeudarse y endeudarnos para ello, sí que tienen buena culpa. Unos bancos que no actuaron con el plus de diligencia que se les exige al conceder hipotecas, sí que tuvieron y tienen la culpa.
Una crisis financiera mundial fraguada por inútiles, avariciosos o criminales, extendida al sistema por los inútiles analistas de riesgo, sí tienen la culpa.
Las familias, en todo caso, son culpables de dejarse engañar. Pero éstas purgan sus pecados; y los verdaderos culpables, con nombre y apellidos, no.
Esta es, al menos, mi opinión.