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Invertir a largo plazo

A largo plazo, todos calvos. Este es uno de los dichos más repetidos en el entorno bursátil cuando una persona asegura que prefiere invertir a largo plazo. Es una creencia extendida que a largo plazo siempre se gana, especialmente cuando se invierte en bolsa, pero esto es sólo un mito que no siempre se cumple.

Para que una inversión en Bolsa sea considerada a largo plazo debe superar los tres años, aunque desde un punto de vista exclusivamente contable basta un año para adquirir esa condición. En las inversiones en  renta variable, tres ejercicios son el periodo que los analistas estiman necesario para cubrirse ante posibles correcciones del mercado. En cualquier caso, la inversión a largo plazo no sólo tiene que ver con el horizonte temporal, sino más bien con una forma de invertir y un perfil de inversor concreto.

El plazo de la inversión es uno de los determinantes del tipo de gestión que después se llevará a cabo y generalmente está asociada con un perfil de riesgo concreto. En teoría, al invertir a largo plazo podemos arriesgar más, ya que también habrá más tiempo para recuperar las pérdidas. Sin embargo, en la realidad ocurre más bien lo contrario. Las inversiones con un horizonte temporal amplio suelen ser más conservadoras y ofrecer menos rentabilidad.

En líneas generales el inversor a largo plazo es más pausado y disciplinado, ya que no verá fuertes incrementos en su rendimiento. En cierto sentido se puede decir que la inversión a largo plazo es más cómoda y menos costosa desde el punto de vista de psicológico y de la gestión. Además, la inversión a largo plazo abre el abanico de posibilidades a productos garantizados e inversiones en renta fija que a corto plazo o no existen u ofrecen una rentabilidad menor.

En este sentido, desde The Big Picture nos llega un gráfico con las rentabilidades de diferentes activos a 10 años que desmonta muchas teorías y sobre todo el mito de que, a largo plazo la bolsa siempre gana:

El gráfico muestra como la bolsa, en este caso el S&P no sólo no es la mejor opción, sino que además es la única con rentabilidad negativa, aunque no hay que alarmarse. El ‘truco’ de este dato reside en la franja temporal utilizada, que pese a tratarse de periodos largos siempre es importante porque marca el comienzo y el final sobre el que se medirán los porcentajes.

Lo más curioso es que el oro termina siendo el mejor activo. Es decir, después de 10 años la mejor inversión es la misma que hace más de 500 años: el oro. Claro que para invertir en oro y y obtener esa rentabilidad la mejor opción es acudir al mercado de renta variable (vía ETF o Fondo de inversión) en lugar de comprar lingotes. En Gurus Blog añaden además una serie de datos interesantes: los rendimientos históricos de algunos de activos entre 1926 y 2000:

T-bills -> 3,9% anual.

Bonos del Tesoro Largo Plazo – 5,7% anual.

Acciones Gran Capitalización – 13,0%

Acciones de pequeña Capitalización – 17,3%

En términos general suele recomendarse la inversión a largo plazo para el ahorrador medio porque permite recuperarse mejor ante una eventual caída de la rentabilidad y, sobre todo, porque no es tan necesario hacer un seguimiento diario e incluso ni siquiera semanal de nuestros activos. Sin embargo, y a diferencia de lo que suele hacer el gran público, invertir a largo plazo no implica despreocuparse. Al igua que ocurre con los planes de pensiones, hay que realizar una gestión activa e ir cambiando de plan de pensiones siempre que sea necesario.

En el caso de la bolsa, existen una serie de recomendaciones generales para quienes invierten a largo plazo. Y es que no todas las acciones rinde igual en amplios periodos de tiempo. En principio suelen recomendarse los denominados valores defensivos, así como los blue-chips (los grandes valores) y aquellos que mantengan una buena política de dividendos.

En cualquier caso, lo más importante es hacer una buena planificación de las inversiones y mantener una gestión de capital que nos cubra ante eventuales pérdidas, pero esto no sólo debemos aplicarlo a las inversiones a largo plazo, sino a cualquier inversión.