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¿Ha pasado lo peor de la crisis?

Esta es la pregunta del millón, la que se hacen los casi cuatro millones de parados, empleados del sector de automoción, personas interesadas en comprar una casa… y en general cualquier persona con un mínimo de conciencia económica y financiera. Las principales dudas pasan por averiguar la figura que formará la crisis, lo que determinará si este año se empezará a ver algo de luz.

Las últimas noticias llegadas desde Estados Unidos indican que así será. La Reserva Federal ve signos de estabilización y se muestra optimista, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) estima que la recesión global ha tocado fondo. A esto hay que añadir que las economías de Alemania, Francia y Japón crecieron en el segundo trimestre para salir de la recesión (por lo menos desde un punto de vista técnico).

En general las autoridades internacionales están tratando de transmitir una imagen de optimismo y de que se verá la luz al final del túnel.Jesús Pérez explica muy bien dónde reside el optimismo actual de Estados Unidos (ventas de coches, aumentos del consumo, menos peticiones de subsidio de desempleo…) ¿Está entonces justificado tanta esperanza? Al parecer sí, aunque no debemos olvidar que en este caso hablamos de una visión global. Es decir, de la recesión a escala internacional. Además, no por registrar los primeros datos positivos se puede pensar que ya estamos con medio cuerpo fuera de la crisis.

¿Y en España? Desde ha tiempo los economistas repiten que la crisis en España ‘es otra historia’ y que nuestra economía tardará más que el resto en remontar. De hecho, a diferencia de las grandes economías, España sigue en recesión, como muestra la contraccióndel PIB en el segundo trimestre por encima de los esperado. En concreto, la economía española se contrajo un 4,1% en ese periodo, si bien la caída es un 1% menos negativa que en el primer trimestre. Estos datos contrastan con el caso teutón y galo, así como el de la Unión Europea, donde la caída fue tan sólo del 0,3%.

Y es que España tiene menos motivos para el optimismo que el resto de grandes economías europeas e internacionales. La demanda interna en nuestro país está siendo mucho más baja motivada en buena medida por el problema del desempleo. Si bien los últimos datos del paro muestran una caída del número de desempleados, el propio ejecutivo ya ha avisado que el otoño no será tan positivo (algo que comparte UGT). El Plan-E y el periodo estival están sirviendo para suavizar la destrucción de empleo, pero septiembre y sobre todo octubre no serán tan benévolos.

Al final de año la tasa de paro podría rondar el 18-19,5%. Como explican en Financialred TV Marc Vidal (ver entrevista) y el profesor de Isead Angel Hidalgo (ver entrevista), una economía que no crece no puede generar empleo y por lo tanto si la economía española sigue en recesión, difícilmente será capaz de generar ese empleo. A esto hay que añadir otros males endémicos como la escasa competitividad de las empresas españolas o el excesivo peso del sector inmobiliario para formar un cocktel que nos mantendrá alejados de los primeros puestos de la recuperación.

No se trata de ser apocalípticos, simplemente de no lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo y, sobre todo, de no dejarnos confundir por las informaciones acerca de la recuperación económica mundial. Como suele decirse ‘Spain is different’, pero en economía no hay milagros (excelente reportaje de El País) y ahora debemos pasar por el purgatorio. Y como muestra, el 56% de las empresas no ve el final de la crisis antes.