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¿Cómo afecta el IPC a mis inversiones?

El Índice de Precios al Consumo (IPC) es un indicador económico que permite conocer la variación de los precios de un conjunto de bienes y servicios. En el fondo, la inflación mide el aumento del coste de la vida y es, hasta cierto punto, lo que determina el valor real del dinero durante en un periodo determinado.

Aunque no se trata de un dato directamente ligado a ningún producto financiero como pueden ser las distintas comisiones o las ganancias previstas, sí que es necesario tenerlo en cuenta a la hora de planificar la gestión del ahorro y la inversión en una herramienta en concreto.  En líneas generales, si una inversión no supera el IPC se puede decir que el usuario ha perdido dinero porque el capital vale menos que cuando se inició la operación. Es decir, con el mismo capital se puede ‘comprar’ menos cosas.

Supongamos que un inversor contrata 1.000 euros en un depósito a un año que le ofrece una rentabilidad del 5% TAE para todo el periodo. Una vez finalice el periodo habrá aumentado su capital hasta los 1.050 euros. Lo que ocurre es que durante el tiempo que ese dinero ha estado ‘aislado’ en el depósito el IPC ha subido a un ritmo del 4% (más o menos el que tiene España en la actualidad). Al final, lo que se prometían como ganancias del 5% se reducen al 1% tras restarle la inflación, es decir 1.010 euros. Evidentemente, este cálculo se realiza en base al poder adquisitivo de una persona y lo que le costará en general, mantener su nivel de vida.

Por eso, aunque no forma parte intrínseca del producto, la inflación es un dato muy a tener en cuenta a la hora de pensar en el beneficio neto que deseamos obtener, al igual que ocurre con los impuestos. De esta forma evitaremos sustos cuando veamos que la rentabilidad obtenida no era la que nosotros realmente pensábamos.