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¿Qué son los bonos de bancos?

En la segunda oleada de la guerra de pasivo, donde los depósitos han dejado paso a otro tipo de productos no garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), los bonos han jugado un papel discreto pero decidido.

Si bien el actual protagonista de esta oferta de “nuevos” productos de ahorro son los pagarés, no es menos cierto que los bonos tienen un importante papel. Es un tipo de producto financiero no garantizado por el FGD y cuya seguridad depende de la solvencia del banco que los emite.

Como ejemplo reciente de la emisión de este tipo de producto de renta fija a los clientes de sucursal, podemos mencionar los bonos simples del Banco Sabadell, que ofrecen un 4,32% TIR a 18 meses.

Tipos de bonos según su seguridad

No todos los bonos tienen las mismas características ni la misma prelación (orden para cobrar si la entidad financiera es liquidada). Los principales a tener en cuenta son:

  1. Bonos senior: los que gozan de prioridad a la hora de cobrar. De entre ellos los más seguros son los bonos hipotecarios, que gozan de la garantía adicional de la cartera de préstamos hipotecarios que los respalda.
  2. Bonos simples: valores de renta fija que representan una deuda para su emisor (el banco o caja), devengan intereses (en el caso de la última emisión del Banco Sabadell el cupón es trimestral) y tienen un vencimiento determinado. En cuanto a la prelación, forman parte de los acreedores ordinarios, que cobran después de los privilegiados y los que gozan de garantías reales o adicionales.
  3. Bonos subordinados: con las características propias de los bonos simples, con el problema de que a efectos de prelación de créditos van detrás de los acreedores con privilegio (bonos senior y demás) y de los acreedores ordinarios (bonos simples). Por tanto, sería el bono más arriesgado de la categoría.

Riesgos de los bonos

El primer riesgo ya comentado es de cobro del capital invertido y los intereses, en caso de liquidación de la entidad financiera. Los depósitos y cuentas, hasta 100.000 euros por cliente y banco, están garantizados por el FGD. Los bonos, en cambio, dependen sólo de la solvencia de la entidad (con la prelación de crédito ya mencionada según emisión).

Por otra parte, está el riesgo de mercado, que opera si queremos vender nuestro bono en el mercado secundario antes del vencimiento. Cotizará a un precio determinado, pudiendo perder dinero en la transacción. Con los depósitos, en cambio, lo máximo que podemos perder son los intereses, según la comisión de cancelación anticipada marcada.

Riesgo de pérdida de liquidez; podría ocurrir que quisiéramos vender anticipadamente el bono y en el mercado secundario nadie comprara esta emisión, con lo que no podríamos obtener liquidez en el momento elegido.

Los bonos no son un mal producto (al menos los senior y simples), si bien deben ofrecer una rentabilidad superior a los depósitos ofrecido por entidad para que resulten interesantes para el inversor habitual. Y una recomendación: no invierta si no entiende perfectamente el producto. No se crea la frase comercial:

Es igual que un plazo fijo.

Un bono no es un plazo fijo, tiene más riesgo.