El mercado de tarjetas de crédito de España se ha convertido en uno de los más lucrativos. El número de tarjetas en circulación alcanza los 43,87 millones de unidades, tres veces más en en 2000 y un 10,43% más que a principios de año según datos del Banco de España. En términos generales los españoles cada vez utilizan más la tarjeta como forma de pago (un 15,27% más de compras) pese a que sus comisiones de mantenimiento se ha elevado hasta una media de 30 euros.
En este punto conviene preguntarse ¿por qué seguimos ‘tirando’ de tarjeta? La respuesta en muchos casos es la necesidad pero en otros tantos la ignorancia. Al final se trata de la forma más fácil de conseguir dinero/crédito, aunque no la más recomendable desde un punto de vista financiero. No se trata de demonizar al dinero de plástico, sino de ser conscientes de los riesgos que implica para la economía familiar.
Las tarjetas de crédito son una herramienta para obtener crédito, es decir, para endeudarse. Aunque existen diferentes tipos de tarjetas, la más habitual es la del 100% del crédito dispuesto a mes vencido por la que se paga todo lo prestado a final de mes. El problema es que muchas personas tratan la tarjeta como dinero en metálico, cuando en realidad no lo es. Se trata de un ‘adelanto’ que después habrá que pagar. Ahí radica el gran negocio de este producto: cuando el cliente hace uso del crédito y empiezan a correr los intereses, por lo general mucho más elevados de los de un préstamo personal. Además, estos van creciendo con el paso del tiempo.
Desde un punto de vista de consumo, las tarjetas de crédito pueden incitar al descontrol, ya que fomentan el gasto. Es más difícil controlar los desembolsos en el momento, aunque al mismo tiempo faciliten el seguimiento de tus finanzas personales a través de los extractos.
Pero no todo son desventajas. Bien utilizadas, pueden ser un instrumento muy útil para salir de apuros puntuales ya que no dejan de ser un ‘préstamo gratis’ sin intereses durante el periodo de gracia. En muchos casos también permiten acumular ‘puntos’ para descuentos en tiendas o combustible e incluyen un seguro que las hace el mejor medio para pagar, por ejemplo, un viaje. Además, son una buena forma para controlar el presupuesto personal porque permiten desglosar todos los pagos efectuados con ella.
Al final, las tarjetas de crédito son una herramienta necesaria siempre que se utilicen de forma adecuada y, sobre todo, que no se sobrepase el límite de deuda que una persona es capaz de soportar.