Resulta un tanto curioso que antes determinados productos financieros tengamos pocas dudas sobre sus posibles destinatarios, y en otros casos, probablemente tan claros o más, estas dudas se multiplican. Es el caso de los fondos de inversión que, equivocadamente, aun muchos usuarios asocian a un único perfil de inversor.
No hay que asustarse por esta tendencia equivocada, en los últimos años se ha ido modificando y no cabe duda que con el tiempo acabará enmendada. En el fondo es producto de una combinación que tiene por un lado la base de una cultura financiera poco desarrollada, y, por otro lado, un aprecio innegable a la inversión en ladrillo y en el otro extremo a productos garantizados cerrados como es el caso de las imposiciones a plazo fijo.
Desmontada la teoría de las bondades ilimitadas de la inversión en ladrillo, y con los depósitos y las imposiciones a plazo en general por los suelos en cuanto a rentabilidad, poco a poco los ahorradores han ido desplazándose en dirección a los fondos de inversión como alternativa.
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Fondos de inversión para todos
Y es que efectivamente en la actualidad los fondos de inversión son para todo tipo de perfiles y usuarios. Es importante precisar que esta definición no sólo afecta al concepto de perfil basado en el nivel de riesgo dispuesto a asumir, que es muy importante, sino también a la economía propia, al bolsillo. Esto es así gracias a la introducción progresiva y hoy en día ya generalizada de la posibilidad de realizar aportaciones bajas a los fondos de inversión, por lo tanto, no sólo son asequibles para todo tipo de perfil inversor, sino también para todo tipo de bolsillo.
La enorme cantidad y variedad de oferta de fondos de inversión no hace sino responder a la realidad un mercado cada vez más abierto, en el que las diferentes familias de fondos han ido aumentando su oferta en volumen de productos, siempre dirigiéndose a la apertura de miras para los usuarios.
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En este sentido desde aquel inversor conservador que no desea arriesgar pero que busca obtener algo más que lo que las imposiciones a plazo le ofrecen, hasta aquel inversor que desea entrar en la renta variable pero no se atreve a la operativa directa en activos, o incluso aquel que apuesta por productos muy agresivos a través de cestas de inversión en renta variable emergente, todos los colores y perfiles tienen sitio hasta el punto de poder afirmar que cada persona, con sus condicionantes particulares, puede llevar a encontrar un fondo adecuado a su interés.
Sin embargo, todo lo anterior, no puede hacernos olvidar que estamos ante un producto de inversión que, bien manejado puede suponer grandes beneficios pero, que también, mal manejado, mal elegido puede suponer la pérdida ya no de la rentabilidad sino incluso del capital aportado.
Como usuario en este sentido siempre se debe tener en cuenta el perfil inversor y el riesgo que se va a asumir. Aquí obviamente la información es clave, la confianza en quien nos ofrece el producto y la posibilidad de movilizar rápidamente nuestra cartera en función de la evolución de los mercados si fuera necesario.
Siempre es básico recordar que la inversión, sobre todo cuando ya entramos por ejemplo en productos mixtos y no digamos ya en renta variable total, no se comporta del mismo modo que una aportación garantizada a plazo y puede exigir de nosotros una atención que los garantizados no exigen.
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