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Dinero rápido, ¿cuáles son las opciones?

Saldar el vencimiento de una deuda, comprar una oferta puntual, imprevistos relacionados con la salud y, sobre todo, las vacaciones, son los motivos más comunes para necesitar ‘dinero rápido’. Aunque lo ideal es contar con un capital en el banco para este tipo de situaciones los elevados tipos de interés y el alto endeudamiento de muchas familias dificulta este tipo de acciones preventivas. Además, puede que incluso ahorrando el importe sobrepase nuestra previsión.

La primera opción para muchas personas en este tipo de situación es ‘tirar’ de tarjeta de crédito o pago aplazado. En el fondo es lo más cómodo, ya que dependiendo de la cantidad ni siquiera será necesario contactar con ningún banco o entidad financiera. La oferta es variada, pero hay que tener en cuenta que los intereses pueden rondar el 20% del capital prestado en el peor de los casos, muy por encima de la media de un préstamo personal. Además, puede que de nuevo su límite no alcance la cantidad que necesitamos y eso que en ocasiones supera hasta en dos y tres veces los ingresos mensuales.

La segunda opción más utilizada son los llamados créditos rápidos, a los que también se puede aplicar el calificativo de préstamos fáciles. Su mayor reclamo es que son capaces de dar una respuesta a la solicitud dentro de la misma llamada e ingresar el dinero en menos de 24 horas sin exigir demasiadas explicaciones ni papeleo. A esto hay que añadir unas cuotas mensuales relativamente bajas que los convierten en un producto asequible para la mayoría de consumidores.

Sin embargo, como ocurre con las tarjetas de crédito, hay que tener cuidado con este dinero rápido. Sus intereses pueden alcanzar el 25% TAE, más comisiones de cancelación o amortización total o parcial. Cofidis, Mediatis, Cetelem, Findirect son algunas de las compañías que ofrecen este tipo de prestamos, cuyas cuantías van desde los 750 euros hasta los 30.000 euros, aunque el ‘crédito tipo es más bien de 6.000 a 15.000 euros.

Estas dos opciones son las más rápidas, aunque también las más costosas y por eso siempre es conveniente tomarse por lo menos un día para explorar otros medios de conseguir ese capital. En este sentido una buena alternativa es recurrir a un préstamo de algún familiar o conocido. Dentro de este apartado de ‘allegados’ también es pedir a la empresa un anticipo de la nómina .

También se puede tratar de aplazar el pago aunque no por medio de la tarjeta de crédito (sólo si no cobra intereses) sino del establecimiento (en el caso de que se trate de un producto de consumo o servicio similar).

Por último, siempre se puede recurrir a las entidades financieras más tradicionales en busca de un préstamo personal o de una ampliación de la hipoteca, en caso de tenerla. El problema en estos casos suele ser el tiempo de respuesta (ya no estaríamos hablando de dinero rápido) y las condiciones que imponga, ya no tanto en cuanto intereses sino a las garantías que habremos de aportar. Hay que recordar que en los últimos meses bancos y cajas de ahorro han endurecido sus condiciones de crédito.