Durante los últimos años se ha acrecentado la percepción de la necesidad de ahorrar cara al futuro. La combinación de un período prolongado de crisis con una desconfianza realista en el sistema de pensiones públicas cara al futuro, ha hecho que se modifique mucho la sensación del usuario de a pie respecto a esta necesidad de ahorro. Lo que no queda tan claro es el tipo de instrumentos a utilizar.
La comparativa de los modelos de ahorro en nuestro país orientados a la jubilación en relación a otros países vecinos o, un poco más lejos, los países del norte de Europa, sigue dejando a años luz a estos en relación a nuestro ahorro general y mucho más a nuestro ahorro destinado jubilación. A pesar de la mejora en este sentido en los últimos años, los instrumentos de ahorro a futuro siguen siendo una asignatura pendiente en buena medida para el usuario medio en nuestro país.
¿Planes de Pensiones?
Los planes de pensiones aparecen como uno de los instrumentos básicos en este modelo de ahorro citado. Por un lado se trata de un producto específico, diseñado para al ahorro a largo plazo, y por otro lado a la vez produce un beneficio fiscal, no tan acusado como pudiera parecer, pero interesante.
Sin embargo ante la duda de la necesidad o no de la contratación de planes de pensiones debemos situar siempre nuestra realidad a la hora de plantearse esta contratación.
En primer lugar debemos tener claro que se trata de un producto con el que pretendemos consolidar en el tiempo una cartera de ahorro, esta consolidación lógicamente requiere un tiempo determinado ya que además las aportaciones a los planes de pensiones tienen una limitación en cuanto a cantidad anual.
Dicho de otro modo si empezamos pronto a aportar a nuestros planes de pensiones podemos realizar una estrategia útil, apostando por productos de alta rentabilidad (en mayor riesgo) al principio de las aportaciones y graduando poco del riesgo a medida que vayamos consolidando la cartera, pero si empezamos tarde a realizar estas aportaciones el proceso se complica ya que en todo caso debemos asumir más riesgos o si nos inclinamos por productos garantizados por menor riesgo los resultados pueden no serlo esperado.
En esta tesitura la decisión es compleja, como punto de partida es evidente que un plan de pensiones puede ser un buen instrumento de ahorro a futuro, sobre todo si se contrata incluso los primeros pasos del acceso al mundo profesional de la persona, sin embargo, no tiene en absoluto porque ser el único elemento que tengamos en cuenta, de hecho, cada vez más, se aconseja combinar este modelo de ahorro con otras opciones como pueden ser los fondos de inversión, o estrategias más conservadoras.
¿Cuándo hay que contratar el plan de pensiones?
En la medida de lo posible la mejor recomendación es contratarlo cuanto antes. Si acertamos como buena, que lo es, la estrategia de ahorro a largo plazo apostando por más riesgo y más beneficio al comienzo y graduando con el tiempo esta relación riesgo-beneficio en el producto, y tener en cuenta que este tipo de productos permiten hacer estas modificaciones sin coste, es evidente que a mayor distancia con la jubilación mayor posibilidad de rentabilizar más nuestra cartera de ahorro.
Esto no implica que si tomamos la decisión a una edad más cercana la jubilación no sea un producto recomendado, lo es, pero en este caso probablemente la necesidad de otros productos en combinación sea mayor si lo que pretendemos es obtener una fuente de ingresos complementaria con la que, junto a la pensión pública, no perder el poder adquisitivo tras nuestra jubilación, que a fin de cuentas es de lo que se trata.
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