El nacimiento de un hijo siempre es motivo de alegría excepto para el bolsillo. El impacto financiero de un bebé es enorme y no sólo por el gasto que genera, sino porque obliga a cambiar toda la política de gastos de la hasta ese momento pareja y ahora familia.
En cualquier caso la pregunta clave es ¿cuánto cuesta un hijo? Hay varios estudios sobre el coste concreto de un bebé durante su primer año de vida y aunque las cantidades varían de uno a otro, casi todos se acercan a la cifra de 6.000 euros (últimamente casi 7.000 euros) que marca el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y es que los gastos fijos mensuales pueden acercarse a los 800 euros según el diario 20 minutos. Hay que invertir en pañales, leche, cremas… y un sin fin de productos que antes no figuraban en la lista de la compra.
Por categorías, la ropa de cama, el calzado, etc pueden llegar a suponer hasta 850 euros al año. No hay que olvidar que los niños crecen deprisa y esto obliga a cambios constantes. La alimentación es otro de los puntos fuertes con un gasto que alcanza lo 1.500 euros anuales. Tras unos primeros meses de lactancia materna hay que comenzar a comprar biberones, calienta biberones, estabilizadores y la propia comida (potitos, leche adaptada, verduras para las papillas…). Higiene y pañales suponen un coste superior a los 800 euros al año incluyendo termómetros, colonias, polvos talco, cremas hidratantes y toallas limpiadoras, entre otros artículos. El cuidado del bebé también suma mucho dinero a esta cuenta, ya que tras los cuatro meses de baja por maternidad hay que buscar soluciones como contratar un canguro (más de 12 euros la hora) o buscar una guardería (superan los 300 euros al mes) ya que no todos pueden recurrir a las incombustibles abuelas.
A todos estos gastos hay que sumarle los del equipamiento previo que incluyen la cuna, bañera, cochecito de paseo o silla para el automóvil, entre otros. Su coste es de 1.200 en el mejor de los casos, ya que sólo el carrito puede llegar a costar 600 euros más ‘extras’. No es de extrañar que muchas familias tengan que recurrir a un préstamo para hacer frente a estos desembolsos.
Sin embargo, al margen de los desembolsos puntuales un bebé trastoca todo el presupuesto familiar y cambia radicalmente la forma de gastar el dinero. Hay partidas de gastos que se incrementarán irremediablemente mientras que otras tenderán a menguar e incluso desaparecer.
La llegada de un niño implica un aumento del gasto en alimentación en cerca de un 20% y no sólo porque los productos para el bebé sean más costoso. El tiempo disponible para planificar la compra baja y con él su eficiencia. También es mayor el consumo eléctrico. Un nuevo miembro equivale a más lavadoras, agua caliente y luces encendidas en mitad de la noche. Y otro tanto se puede decir del gasto médico. El resto de partidas que requieren más dinero son ropa y calzado y una nueva, cuidado del bebé.
Para hacer frente a estos aumentos hay que recortar otro tipo de gastos pero nunca del que se destina a ahorro e inversión. Es decir, hay que reestructurar los gastos familiares. Por ‘fortuna’, un hijo implica una serie de responsabilidades que cortan de raíz algunos de los gastos más comunes y elevados de la vida en pareja empezando por la partida de ocio y tiempo libre (el ahorro aquí es impresionante). Salir a cenar, a tomar una copa o irse de vacaciones se convierten en actividades prescindibles durante los primeros meses de vida y una fuente de la que ‘tirar’ para cubrir el resto de gastos.
En términos absolutos, la supresión de la mayor parte de actividades de ocio (incluyendo adicciones como el tabaco) sólo sirve para cubrir un cerca de una cuarta parte del gasto generado por el nacimiento de un bebé. El resto deberá llegar por medio a través de una reestructuración del presupuesto o de préstamos bancarios.