Ahora que el sistema de pensiones está en entredicho y muchas personas empiezan a planetarse su jubilación más allá del dinero que recibirán del estado es un buen momento para abordar la distribución del ahorro familiar dentro de la sección de Clases básicas de gestión financiera .
Todo buen presupuesto familiar y estrategia de gestión financiera debe completar una serie de partidas para gastos fijos -alimentación, hipoteca, luz, teléfono…-, para ocio y para ahorro. Existen diferentes formas de distribuir el capital de cada área como por ejemplo la fórmula 50%-30% y 20% para gastos fijos, ahorro y ocio respectivamente que plantean en All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money Plan. Tras establecer este primer reparto llega el momento de sumergirse en cada una de las áreas y en este artículo en concreto no detendremos en como distribuir el ahorro familiar.
En primer lugar, conviene delimitar qué entendemos por ahorro. En un primer acercamiento podríamos definirlo como el dinero que no se consume cada semana, mes, año… Sin embargo, conviene hilar más fino y en este caso al referirnos a ahorro lo haremos como la parte de ese dinero sobrante que se guarda o invierte para un fin concreto. Es decir, en nuestra definición no cabría el excedente de la partida de ocio que ha quedado sin utilizar pero que gastaremos más tarde que pronto, por ejemplo, en una cena con amigos.
Así, en la partida de ahorro podríamos incluir elementos como jubilación, vacaciones, formación-estudios, cambio de televisor, vivienda, ordenador portátil… En realidad, cualquier gasto más o menos considerable que requiera ahorro podría caber y por eso es conveniente dividir el ahorro en función del objetivo-ocio, prescindible pero importante e inprescindible- y del plazo -medio y largo plazo-. Se trata de pensar un poco en el objetivo por el que ahorramos, tal y como plantean en Finazzas a través del post “Jubilación o Educación”
Como es lógico, lo más importante es cubrir el ahorro imprescindible. Este dependerá en buena medida de nuestra edad, pero hay uno que no puede faltar en ningún caso: jubilación. Con todas las incertidumbres que rodean al sistema de pensiones es necesario buscar un complemento a las pensiones públicas -una visita a la Guia de ahorro e inversión para la jubilación debería servir para acercarnos a este mundo del ahorro a largo plazo- y a este fin deberíamos dedicar una parte importante de nuestro ahorro e inversión que además deberá ir creciendo con el paso del tiempo. Cuanto más cercana sea la edad de jubilación mayor porcentaje del ahorro habrá que dedicar a este concepto, aunque también apostando por fórmulas más seguras. Para empezar no estaría mal destinar un 10-20% del total del ahorro a planificar la jubilación. Esta partida está, además íntimamente ligada al ahorro a largo plazo.
Tras la jubilación aparecen las partidas prescindibles pero importantes, y que en realidad dependerán de la situación personal de cada ahorrador. Aquí se puede incluir el coche, la compra de vivienda y los estudios como principales exponentes. Se trata de elementos no fijos en la partida de ahorro y que cambiarán con el paso del tiempo. Así, por ejemplo, el ahorro para la vivienda pasa a convertirse en gasto una vez compramos la casa y lo mismo puede decirse del coche, para el que habrá que ahorrar sólo unos años antes de que prevamos que es necesario cambiarlo. En los países anglosajones el ahorro para formación es más importante que en España, donde contamos con un buen sistema de universidades públicas -eso sí, si quieren asegurar que sus hijos cursan la carrera que desean igual conviene ser previsor y ahorrar-. En términos generales, también puede identificarse esta partida como la correspondiente a ahorro a medio-largo y medio plazo.
Después, habría que hablar de los ahorros relacionados con el ocio y generalmente prescindibles como por ejemplo vacaciones, aparatos electrónicos… En términos generales están relacionados con el ahorro a corto plazo y son los más flexibles.
Por último, habría que guardar una parte del ahorro al fondo de emergencia, que como norma debe de ser capaz de cubrir nuestros gastos fijos durante un plazo mínimo de seis meses. Una de las primeras tareas de la gestión financiera debe de ser crear este fondo de emergencia y para ello utilizaremos parte del dinero destinado al ahorro. Una vez esté constituido, además de ser una garantía en caso de que surja cualquier imprevisto, también nos permitirá rentabilizar ese dinero -ver Rentabilizar nuestro fondo de emergencia sin perder liquidez y Nueve formas de endulzar tu fondo de emergencia-.
En este sentido, es importante no sólo ahorrar, sino también poner a trabajar el dinero que ahorremos. De hecho, el ahorro para la jubilación no se entiende sin la parte relacionada con la inversión. Como norma, cuanto más lejana esté la edad de jubilación más margen de reacción hay ante eventurales pérdidas y por eso es factible arriesgar un poco más en las inversión, bien sean en bolsa, planes de pensiones, fondos de inversión….
Lo mismo puede decirse del ahorro a medio plazo, sólo que en este caso tampoco es cuestión de especular con un dinero que se está guardando para un fin específico y en el que el plazo de inversión tampoco permite excesivas alegrías. En este punto existen varias opciones seguras aunque de escasa rentabilidad como por ejemplo depósitos bancarios o cuentas remuneradas. Este último producto financiero puede ser también un buen recurso para sacar partido del ahorro a largo plazo.
Además, dentro de la partida de ahorro se puede destinar un porcentaje nunca superior al 10-20% a la inversión pura y dura sin ningún otro fin más que el de lucrarse u obtener un complemento al salario