La crisis económica por la que hemos atravesado y que mediatiza aún nuestro día a día en lo que a la economía doméstica se refiere, ha traído consigo consecuencias no solo tangibles, también en muchos casos ha modificado la percepción de la banca por parte del usuario, y, por extensión la percepción del ahorro. Si a esto le sumamos el hecho de unos productos de ahorro garantizados con unas rentabilidades reducidas a la mínima expresión, es normal que muchos ahorradores tengan tentaciones de guardar su dinero en casa. Sin embargo, ¿realmente es mejor guardar el dinero en casa que en el banco?
Debe quedar claro que no estamos en este caso hablando de esas cantidades que dejamos en nuestro hogar como fondo de liquidez inmediata. Nos referimos más a ese dinero que se considera el colchón de seguridad y que, en lugar de ser colocado en un producto de ahorro se prefiere reservar en el hogar, a través de medidas de seguridad propias como cajas fuertes o similares o incluso con métodos más artesanales.
Si te interesa conocer los pasos previos a crear el hábito del ahorro te los mostramos en este post.
La primera decisión sobre el ahorro en casa
Es evidente que la inmediatez que te proporciona guardar tus ahorros en casa no compite con nada, y, por otro lado, tampoco arrostra posibles problemas técnicos, horarios o similares que puede presentar una sucursal de una entidad financiera, ni mucho menos, los costes y comisiones, o, la falta de liquidez para garantizar rendimiento de algunos productos de ahorro. Pero, probablemente, ahí se acaban las virtudes del ahorro en el hogar por encima de poner nuestro dinero a trabajar.
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Ahorrar o hacer trabajar el dinero
Independientemente del destino del ahorro, este lo que no debiera suponer en ningún caso es perder poder adquisitivo.Paralizar nuestro ahorro e inmovilizarlo significa que no va a pelear contra la evolución del coste de la vida en ningún caso, es decir, realmente estamos penalizando nuestro ahorro ya que no le permitimos producir ningún tipo de rendimiento que compense el aumento del coste de la vida.
Es cierto que en momentos como el actual, en los que hablamos de desinflación, en los que la evolución de los precios no es pareja a otros momentos históricos cercanos en el tiempo, puede parecer que esta diferencia entre lo que el dinero nos puede producir y lo que no, no justifica apostar por productos de ahorro que, también pueden inmovilizar nuestro capital y además con la sombra del miedo planeando en algunos casos sobre el usuario (no tenemos tan lejanos momentos en los que hemos hablado en nuestro país incluso de posibilidad de corralito).
Otras cuestiones a tener en cuenta al ahorrar
Lo anterior tendría que hacernos pensar que, efectivamente, cuando de lo que se trata de garantizar la seguridad de nuestros ahorros, apostar por productos garantizados, o por las líneas habituales de ahorro con liquidez como las cuentas remuneradas, por muy bajas que estén las rentabilidades, producen en cualquier caso un efecto positivo en el que batimos o intentamos batir al IPC, lo que tendría que ser objetivo de todo producto de ahorro garantizado. Es cierto que aquí se puede discutir y mucho sobre la eficacia o no de rentabilizar en porcentajes tan bajos cercanos al 0%, asumiendo además en muchos casos costes de movilización del dinero, y con la incomodidad en el caso de los depósitos por ejemplo, de la falta de liquidez durante el periodo de vigencia de la imposición. Como siempre es cuestión de hacer números, de valorar la necesidad real o no de liquidez de nuestro ahorro, y de calcular si la rentabilidad obtenida por bajo que sea compensa la movilización de nuestro dinero.
Ojo, otro tema a tener en cuenta y que no hemos tocado es sin duda el de la seguridad. El hecho de la acumulación de metálico en nuestras viviendas no siempre es una buena idea desde el punto de vista de la seguridad, teniendo cuenta además que el aseguramiento de estas cantidades va a resultar complejo y en el mejor de los casos muy caro.