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¿Vuelven los depósitos estructurados?

Los depósitos bancarios han sido una de las estrellas de 2008 gracias a primero al descalabro del mercado financiero y a la subida del euribor después. Sin embargo, el entorno ha cambiado en 2009 y la bajada de tipos de interés se ha vuelto en contra de los depósitos tradicionales ya que en esas condiciones las entidades no han podido mantener las rentabilidades que venían ofreciendo hasta el momento.

Pero como los bancos necesitan dinero y los ahorradores desean rentabilizar su capital ya empiezan a surgir nuevas ofertas bajo diferentes fórmulas. Al margen de la reciente y peligrosa moda de las participaciones preferentes, bancos y cajas de ahorro están apostando por los productos estructurados. El problema es que muchos inversores todavía recuerdan lo ocurrrido con los estructurados de Lehman y son rehacios a invertir en ellos ya que ahora son conscientes del riesgo que suponen.

Como su propio nombre indica los depósitos estructurados organizan su inversión de forma distinta a los depósitos tradicionales, ya que en parte están ligados a uno o varios activos subyacentes. Es decir, una parte de la rentabilidad depende de la evolución de este activo subyacente, que puede ser desde un índice hasta una bolsa de acciones pasando por el IPC. Para compensar el riesgo que asume el cliente se suele estructurar (de ahí el nombre) la inversión en dos partes. La primera sería a plazo fijo e interés igualmente fijo y predeterminado, mientras que en la segunda sería la parte variable a la que acabamos de referirnos.

Los depósitos estructurados suelen garantizar el capiral a sus clientes y lo que varía es la rentabilidad final, aunque lo normal es que se establezcan unos límites a la retribución de antemano. Así, por ejemplo, se establece un techo y un suelo en cuanto al interés máximo y mínimo que percibirá el cliente en función de como evoluciones el activo subyacente.

Al tratarse de un producto con una rentabilidad variable conviene asegurarse antes de su contratación de que efectivamente el 100% del capital está garantizado y de las condiciones de retirada del capital. Este tipo de depósitos suele establecer largos periodos de contratación (de por lo menos dos años) y sus comisiones por retirada anticipada tienden a ser mayores que en los depósitos tradicionales.

La contratación de depósitos estructurados todavía se encuentra en ‘horas bajas’ (de hecho ha caído un 18% desde el caso Lehman), pero es una de las principales apuestas de la banca. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido hace poco menos de un año, ahora su estructura es mucho más sencilla y las entidades están ofreciendo mucha más información sobre los activos subyacentes en los que se invierte. Además, juega a su favor el ligero repunte que están experimentado los fondos garantizados, que en muchos casos recurren a los estructurados para cubrir parte de su cartera.