Los planes de pensiones son un instrumento de ahorro a largo plazo, pensados para tener un complemento a nuestra pensión pública, cada vez más reducida. Por tanto deberían gozar de un tratamiento fiscal y jurídico muy especial, dado que no son un mero vehículo de inversión y tienen una utilidad pública evidente.
Uno de los inconvenientes más claros de los planes es su poca liquidez; salvo los casos de fallecimiento (cobran nuestros beneficiarios), enfermedad grave o paro de larga duración, no podemos rescatar los fondos y disponer de ellos hasta nuestra jubilación. La razón es que se busca que sean un vehículo de ahorro para la jubilación, pero no deja de ser un gran punto negativo en relación a productos similares como los PIAS (planes individuales de ahorro sistemático) cuya liquidez es mucho mayor.
En cuanto a su fiscalidad, las aportaciones que hacemos cada año a un plan de pensiones reducen la base imponible general del IRPF con una serie de limitaciones (puede obtenerse un ahorro fiscal de hasta un 47%). El límite máximo de reducción será el menor entre las cantidades siguientes, teniendo en cuenta que la base liquidable general no podrá ser negativa:
- El importe de las aportaciones realizadas (que están limitadas a 10.000 euros anuales hasta los 50 años y a 12.500 euros anuales a partir de dicha edad).
- El 30% de la suma de los rendimientos netos del trabajo y de actividades económicas percibidos individualmente en el ejercicio. A partir de los 50 años, este porcentaje será del 50%.
Por esta razón los bancos hacen importantes promociones de planes de pensiones en estas fechas, para animar al ahorrador que aún no ha alcanzado el límite a sus aportaciones a que se decida a hacerlo.
Desfavorable es el tratamiento de los planes de pensiones en el momento de su cobro, sobretodo si se nos ocurre cobrar todo el capital de una vez. Este punto sin duda deberá remediarse, ya que las ventajas fiscales que tenemos en el momento de las aportaciones se nos contrarrestan a la hora de cobrar, cuando tenemos que pagar los correspondientes impuestos.
Pero si en algo fallan gran parte de los planes de pensiones es en la rentabilidad que ofrecen a los ahorradores. Está claro que a un producto de tan largo plazo y limitadísima liquidez, le deberíamos exigir rentabilidades a largo plazo que batieran holgadamente a la inflación. Veamos los 5 mejores y los 5 peores planes de pensiones según su rentabilidad anualizada a 10 años vista:
- Bestinver Ahorro PP Acc: 9,36%
- Plancaixa Privada Bolsa Emergente PP Acc: 5,50%
- Futurespaña Renta Variable PP Acc: 4,88%
- Planfiatc 5 Individual PP Acc: 3,87%
- Fonditel Red Básica PP Acc: 3,72%
Para ser los mejores no deslumbran por su rentabilidad, máxime si tenemos en cuenta que para obtenerla hemos tenido que arriesgar a invertir en planes de pensiones de renta variable, que en el último año dan todos pérdidas menos el Fonditel.
Pero es que la gran mayoría ofrece rentabilidades mucho peores al ahorrador. Y en el ranking de los peores encontramos:
- Caixa Catalunya Variable 100 Plus PP Acc: -6,42%
- Caixa Catalunya Variable 100 PP Acc: -5,90%
- Penedès Pensió Euroborsa 100 PP Acc: -5,64%
- Plancaixa Bolsa Internacional PP Acc: -5,45%
- Caixa Catalunya Variable 75 PP Acc: -5,28%
Desde luego a los gestores de Caixa Catalunya los pensionistas que confiaron sus ahorros en ellos no deben estar muy contentos; tener pérdidas mantenidas anualmente en un plazo de 10 años es, cuanto menos, patético.
No contrate o traspase su plan de pensiones en base a los regalos que le ofrecen; el tiempo en que el cliente bancario era engañado con abalorios a cambio de perder sus riquezas ha de haber pasado. Un plan de pensiones se tiene que valorar con detenimiento en base a sus rentabilidades históricas, el tipo de activos en que invierten y las comisiones que cobran; no por los regalos o el “consejo” del director de sucursal.