Uno de los caballos de batalla tecnológicos del futuro inmediato tiene que ver con los modelos de pago a través de Internet, pero también, con la gestión de lo que se denomina microeconomía. No es ninguna casualidad que todos los gigantes tecnológicos de un modo u otro estén participando en esta carrera. Un punto de partida, ya explorado, es el de las cuentas corrientes sin banco, una experiencia ya puesta en práctica y que parece una opción de futuro abierta.
Existen diversas experiencias de este tipo de cuentas, algunas muy extendidas y otras reducidas a entornos concretos o ámbitos muy determinados. Las experiencias han sido diversas y no podemos aún hablar de un gran desarrollo de este tipo de cuentas, pero sí de conclusiones interesantes.
Una de estas experiencias, cercana en lo geográfico, la tenemos con la Cuenta Nickel francesa. Que se expide en los estancos y que tiene una buena parte de características presumiblemente básicas en las cuentas sin banco del futuro.
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Se trata de productos con un modelo de apertura y cierre muy sencillo, a los que se asocia una tarjeta, y en los que se permiten operaciones básicas tipo transferencias, pagos a través de la cuenta y por supuesto todo tipo de operaciones a través de la tarjeta. Una de las grandes ventajas este producto, además de resultar tremendamente barato, es que es muy asequible y alejado de los condicionamientos de vinculación que las cuentas bancarias tradicionales puede llegar a exigir. Esto en un país como Francia, con un elevado nivel tanto de inmigración como de tránsito de personas tiene mucho sentido si pensamos la velocidad y eficacia con la que este tipo de cuentas se pueden abrir comparadas con los mismos procesos las entidades financieras.
Pero no es éste el único ejemplo. Grandes cadenas comerciales ya han planteado experiencias dirigidas en este sentido. Aquí el tratamiento no es el mismo aunque también se basa en principios similares, alejando el producto de las entidades financieras, aunque sustituyéndolo por una suerte de entidades asociadas. Un buen ejemplo lo tenemos en la gama de opciones y variedades en productos financieros que un gigante comercial como Wallmart posee, en buena medida sustituyendo productos bancarios de manera directa y haciéndolo no ya a través de la competencia de las denominadas tarjetas de fidelización, sino, un paso más allá a través de productos financieros concretos en competencia.
Es más que probable, que analizadas las experiencias ya existentes, en los próximos años y al calor del crecimiento del uso de Internet como herramienta financiera doméstica, veamos crecer y desarrollarse aún más esta idea de cuentas corrientes independientes a las entidades financieras.
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