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¿Qué es un banco malo?

En los últimos días hemos oído, y mucho, acerca de un Banco Malo. ¿Pero de que se trata el Banco Malo? Más allá del simpático nombre, el Banco Malo asoma como una de las pocas opciones que van quedando para solucionar esta crisis financiera.

El fracaso de la oleada de medidas sin precedentes lanzadas en octubre y noviembre para tratar de salvar el sistema financiero de EEUU y Europa ha sido evidente. Luego de gastar billones de dólares –y también de euros, yenes, francos, coronas y muchas divisas más-, los políticos se aprestan a una solución final: la creación de una mega entidad pública que aglutine toda la basura en materia de instrumentos financieros que anda dando vuelta por el mundo.

En realidad, la idea de un Banco malo no es nueva, ya que fue utilizada por las autoridades suecas luego de la gran crisis bancaria que sufrió el país en 1991. Pero aplicarlo ahora sería echar por la borda todas las medidas tomadas hasta el momento, ya que la creación de esta entidad está en las antípodas del pensamiento general actual.

La cosa es así: según el prestigioso analista David Roche, del Wall Street Journal, las inyecciones de liquidez, los planes de rescate, la garantía de los depósitos y los paquetes de estímulo fiscal intentan sostener los precios de los activos, incluso de aquellos denominados tóxicos. Pero estas medidas -según sus resultados a la vista- pueden llegar a ser equivocadas, ya que lo que hace falta es que los activos que se encontraban sobrevaluados -lease, entre otros, inmuebles, acciones y demás instrumentos financieros- caigan hasta su valor real para que puedan ser limpiados. Los políticos, con esta serie de medidas, sólo han prolongado la crisis.

¿Que hacemos entonces? Roche explica que debe obligarse a los bancos a descubrir sus activos tóxicos -cifras millonarias, se estima unos 300.000 millones en Alemania y 800.000 millones de dólares en EEUU-, que deben ser amortizados a precios de mercado, con el impacto para los accionistas y los bonistas, pero no para los depositantes. Los analistas más radicalizados agregan que si eso implica que la mayoría de los bancos son insolventes, que así sean y que queden los mejores.

Sin embargo, como en casi todo aspecto de la economía, hay dos matices bien diferenciados acerca del perfil del Banco Malo:

Adivinen cual es la opción que los políticos barajan por estos días: Sí, adivinaron. La segunda. Aunque el costo para las arcas públicas sería mucho mayor en este caso, la banca quedaría a salvo a costa del dinero de los contribuyentes.

Incluso se estaría tanteando al sector privado para que entre a este proyecto. El objetivo, en todo caso, es darle a ese sector un rol de liderazgo en la compra de valores respaldados por hipotecas y otros activos tóxicos de forma que pueda cosechar los beneficios en caso de que su precio suba en algún momento. ¿Es una broma? No, es la cruda realidad. Aun hay quienes piensan que un instrumento financiero respaldado por una hipoteca incobrable -y no digo moroso, sino incobrable, que no se podrá recuperar el dinero jamás- puede valer algo. Y no vale nada por una simple razón: una hipoteca que respalda la compra de una casa de 1 millón de dólares se encuentra impaga, y al rematar la casa resulta que vale 600.000 dólares. ¿Y los otros 400.000 U$S? No existen, no están, se evaporaron. ¿Cómo podría entonces ganar dinero si el dinero no existe?

¿Es tan necesaria una medida como la creación de un Banco Malo? Los expertos dicen que se avecina una nueva etapa de crisis. La nueva fase probablemente acabará con la nacionalización de los principales bancos en todos los países, por culpa de las causas de la crisis: el consumo desaforado, el exceso de endeudamiento y la financiación mediante la creación ilimitada de liquidez. Es, justamente, lo que están haciendo los países centrales: creando liquidez sin pausa a costa de un exceso de endeudamiento. Endeudamiento público que corre el riesgo de crear otra burbuja: la burbuja de la deuda soberana.

Y no hay que ser un gran analista para preguntarse de donde sale tanto dinero. La deuda que están contrayendo los grandes países es infernal. Pero hay un peligro en puerta, latente pero al caer en cualquier momento. Gran parte de la financiación proviene de los países de medio oriente y de China, que con sus excedentes comerciales compran bonos y deuda de EEUU y de otros países occidentales. ¿Qué pasará si esos países caen en crisis y el crecimiento de su PBI se torna neutro o, peor aún, negativo? La respuesta, obvia: dejarán de financiar a otros países para financiarse a si mismo. La consecuencia, también fácil: EEUU -por tomar el ejemplo más cercano- no podría refinanciar su deuda y entraría en default…

¿Ciencia Ficción? Quizá. Pero en esta crisis se están viendo cosas que nunca sucedieron antes…