Una de las primeras premisas para los ahorradores a largo plazo es aprender a aprovechar lo que se conoce como el interés compuesto en una inversión. ¿Pero qué es el interés compuesto? Simplificando al máximo su definición, no sería más que la reinversión de los beneficios. Es decir, obtener intereses sobre los intereses que ya genera una inversión.
El interés compuesto es un tipo de interés que se utiliza en la mayoría de cálculos que se hacen sobre inversiones a largo plazo de forma que cuando se dice que una determinada estrategia ofrece una rentabilidad del 10% a 20 años se da por hecho que el el ahorrador reinvertirá los beneficios a corto plazo. El interés compuesto se basa en una fórmula matemática (se puede acceder a ella pinchando aquí) que calcula los intereses sobre la base inicial más los intereses acumulados en periodos anteriores.
La mejor forma de entender el funcionamiento del interés compuesto es a través de un ejemplo: En una inversión a un año de 100 euros en una cuenta remunerada al 2% TAE podríamos esperar obtener 102 euros al cabo de doce meses. Sin embargo, como en este caso los intereses se liquidan de forma mensual, la cantidad será mayor porque no se calcula sobre los 100 euros iniciales, sino sobre esa cantidad más los intereses que se generan més a mes. Así, el primer mes tendríamos 100,166 euros sobre los que habría que aplicar el interés de la cuenta y así sucesivamente. El capital sobre el que debe aplicarse el 2% TAE es cada vez mayor y por lo tanto genera mayores beneficios.
En Futuro Millonario han elaborado unas tablas a partir de un ahorro mensual de 30,5 euros (es decir, un euro al día) a las que exponen de forma muy gráfica cómo funciona el interés compuesto y de qué forma puede aumentar exponencialmente los intereses que obtenemos por nuestras inversiones. La diferencia entre reinvertir los beneficios o gastarlos es enorme. Con esos citados 30,5 euros y un interés anual del 3% durante 65 seríamos capaces de acumular 72.098 euros. Si en cambio hubieramos gastado los intereses que generan esos 30,5 euros al 3% anual (apenas 0,915 euros) sólo tendríamos 23.790 euros. La diferencia es notable.
Esto no quiere decir que todo el mundo deba reinvertir los beneficios que obtiene por sus ahorros, ya que a fin de cuentas también hay que disfrutar del dinero que se obtiene. Simplemente hay que ser consciente de cuáles son las consecuencias de nuestras acciones.