Está claro que uno de los elementos básicos para el control de la economía doméstica tiene que ver con el control de gastos. Pero, este control de gastos no sólo se limita a una planificación de los mismos, también a tener en cuenta los métodos de pago que utilizamos ya que las diferencias entre opciones pueden ser sustanciales. De aquí surge la duda sobre qué opción puede ser más interesante para nuestro bolsillo, si el uso del pago con tarjeta o el uso del pago con efectivo.
Antes que nada hay que situar un escenario en el que si bien el pago con tarjeta está tremendamente extendido, en los últimos años ha vuelto a repuntar el pago en efectivo como instrumento de control del gasto, o, de eliminación de las comisiones que pudieran presentar las tarjetas.
Efectivo o tarjeta
Debemos el primer lugar tener claro que no se trata de un debate absoluto, dependiendo del tipo de usuario y de los modelos de uso de las economías domésticas particulares, habrá para quienes sea más útil el uso de la tarjeta mientras que, habrá otras personas para quienes lo idóneo sea el pago en efectivo. Por ello, vamos a tratar de establecer una serie de pros y contras generales que son independientes a estas consideraciones personales.
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El pago en efectivo
Probablemente sean dos las consideraciones más favorables al pago en efectivo. La primera de ellas sin duda es el hecho de poder manejar mucho mejor el control del gasto, es innegable a este efecto que el gasto del dinero que se tiene en mano es mucho más racional generalmente que el gasto del dinero intangible a través de las tarjetas, por lo que el control parece mayor a todos los niveles.
Por otro lado, el uso de efectivo puede eliminar el coste de las comisiones que en un momento dado puede suponer, por ejemplo, el pago a crédito con tarjeta. Esto cualquier caso es relativo ya que las disposiciones en metálico con tarjeta pueden ser también grabadas con comisiones, por lo que aun teniendo esta virtud es necesario controlar el modelo de extracción del dinero.
Probablemente el gran inconveniente del pago en efectivo sea la incomodidad y el miedo a la pérdida o similar. Nos hemos acostumbrado en buena medida a no portar cantidades elevadas de metálico, por lo que las tarjetas siguen siendo a este nivel una opción más aceptada.
La principal virtud (o al menos así debiera ser) del pago con tarjeta tiene que ver con la comodidad. El hecho de no tener que importar grandes cantidades de efectivo, y poder realizar nuestros pagos a través de un único producto es sin duda cómodo.
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Hemos puesto entre paréntesis anteriormente que así debiera ser o estar debería ser la principal virtud de las tarjetas, y sin embargo, como usuarios se percibe casi a mayor escala el hecho de la posibilidad de utilizar el crédito que estos productos ofrecen. Innegablemente la posibilidad de comprar a créditos una ventaja sobre el pago en efectivo, sin embargo, se trata tan sólo de una ventaja inmediata ya que en un plazo determinado esas cantidades dispuestas habrán de devolverse, y, además es más que posible que con intereses.
No hay un ganador aunque…
En general podemos afirmar que no hay un ganador en esta competición ya que depende mucho del modelo de uso de la economía doméstica de cada usuario, sin embargo, es cierto que las ventajas de control de gastos que ofrece el pago en efectivo, o en su defecto el uso de tarjetas prepago, puede ser una gran ayuda para ese control de nuestros gastos que buscamos.