Hace unos meses nos preguntábamos si volvían los depósitos estructurados. Ahora la respuesta parece más clara: sí, y no sólo se trata de depósitos, sino de toda clase de productos estructurados.. Durante el último trimestre hemos asistido a un aumento de la oferta por parte de las entidades bancarias, que han visto en estos productos una forma para capear la crisis.
Además, parece que los inversores empiezan a perder el miedo hacia estos productos después de malas experiencias como las de Banif con los estructurados de Lehman Brothers. En realidad, un estructurado es un producto que invierte en varios activos, generalmente de renta fija y renta variable, y en los que la rentabilidad está ligada a la evolución que experimente una determinada referencia que puede ser un índice, una cesta de valores, acciones e incluso el IPC. Es decir, la rentabilidad no está asegurada y tampoco el capital inicial (aunque esto ya depende del vehículo concreto de inversión).
Los productos estrucutrados más comercializados son los depósitos y los bonos. Los primeros son los que mejor sirven para ver el funcionamiento de un producto estructurado. En la mayoría de los casos estructuran la inversión en dos partes: un tramo de rentabilidad fija más corto (generalmente a través de un depósito tradicional) y otro que depende de la evolución de un índice. En el caso de los depósitos, el capital suele estar 100% garantizado, pero no así la rentabilidad. Esto no ocurre con los bonos ni con las notas estructuradas y por su puesto tampoco con los fondos.
Lo que sí comienzan a exigir las entidades a quienes contratan este tipo de productos es que declaren que son conscientes de las implicaciones legales, regulatorias, contables, financieras y fiscales de esta inversión.
Según explica Expansión, los estructurados están sirviendo a la banca para mantener a flote el negocio durante la crisis a través de reestructuraciones de productos ya existentes para generar nuevos productos. Así, los inversores cierran su posición en un estructurado que ha perdido dinero y adquieren uno nuevo que en teoría está más adaptado a las nueva situación de mercado. Así consiguen generar nuevas comisiones que le permiten cubrir la falta de colocación de nuevos productos.
Y es que uno de los mayores inconvenientes de los productos estructurados suele ser su limitada liquidez. Retirar el capital antes de tiempo no siempre es posible y generalmente está sujeto a fuertes comisiones de penalización. Además, en líneas generales los depósitos estructurados suelen estar diseñados para invertir a largo plazo.