Si ayer hablábamos del riesgo que corrieron los clientes que contrataron cuotas participativas de la CAM, cuya inversión actualmente vale 0 (dado que tienen una parte de un entidad comprada por el Banco Sabadell por 1 euro), ahora toca el turno de los del Banco de Valencia S.A., intervenido por el Estado.
Desde luego la gestión del Banco de Valencia nadie podrá decir que ha sido buena, si analizamos el dinero que el FROB está inyectando en ella para evitar su liquidación (de momento 1.000 millones de euros de capital y una línea de crédito de otros 2.000 euros). De los muchos desmanes que los gestores han realizado, fuera de toda lógica empresarial, podemos mencionar el préstamo de 3 millones de euros concedido al ex-ministro Jaume Matas para una fianza por uno de los casos de corrupción que se están tramitando. Al no pagar el préstamo, se subasta el inmueble que puso en garantía, y no hay nadie que puje por el “palacete”.
El 27,5% del capital del Banco de Valencia está en manos de Banco Financiero y de Ahorros S.A. (SIP formado por 7 cajas, entre las que destaca Caja Madrid y Bancaja); BFA tiene a su vez un 52,4% de Bankia S.A; BFA traspaso el negocio financiero y bancario a Bankia, que posteriormente salió a Bolsa, quedándose BFA activos y pasivos más problemáticos (suelo adjudicado, préstamos dudosos y participaciones societarias como la de Banco de Valencia).
Los particulares que tienen acciones de Banco de Valencia y las compraron a principio de año (recuerdo que a mi me ofrecieron y decliné la amable sugerencia de una directora del banco) llevan perdido un 72,8% de su inversión (pese a las subidas recientes del título). De los 3,31 euros la acción de principios de hoy cotiza a 0,90 euros. Justo después de la intervención de la entidad, sus acciones llegaron a caer a 0,4050 euros.
No han tenido mejor suerte los inversores que compraron participaciones preferentes del banco, a 50.000 euros la unidad o los que escucharon a los directores de sucursal y acudieron a la emisión de obligaciones subordinadas.
Las participaciones preferentes son títulos de renta fija de carácter perpetuo emitidos por una entidad financiera (Banco de Valencia, por desgracia de sus compradores), que dan derecho a su poseedor a cobrar intereses (cupón) si el banco tiene beneficios. Por tanto, ni se devuelve el capital en un plazo determinado, al ser perpetuas, ni se cobra al no presentar beneficios la entidad. Y lo de “preferentes” parece haberse puesto para equivocar al cliente, ya que de preferencia de cobro nada; si el banco en cuestión presenta un concurso de acreedores y se liquida (lo que hubiese pasado si no lo interviene el Banco de España y le inyecta dinero público), cobran después de los acreedores comunes y subordinados y antes de los accionistas (que son los últimos de la cola si queda algo después de liquidar activos).
En cuanto a los que compraron obligaciones subordinadas, son también títulos de renta fijo, con un vencimiento determinado de 10 años y cuya rentabilidad fija se cobra si hay beneficios. Sus poseedores, por tanto, no cobrarán intereses y, si quieren recuperar su inversión, tendrán que esperar a que venzan las obligaciones.
Si invirtió en este tipo de productos arriesgados ofrecidos por Banco de Valencia bien informado, asumió un riesgo a cambio de una rentabilidad esperada. Y no acertó en la jugada.
Si, por el contrario, le colocaron obligaciones o participaciones preferentes con los argumentos de que eran “como” depósitos a plazo fijo, recurra al Banco de España y, en último extremo, a los tribunales.
Si algo nos tiene que enseñar esta crisis financiera en la que estamos inmersos es que los bancos no nos aconsejan los mejores productos financieros en base a que sean lo mejor para nosotros, sino lo mejor para el banco. Nunca lo volvamos a olvidar.