Ya comentamos que por conveniencia de las entidades financieras que tienen participaciones preferentes colocadas entre sus clientes de ofrecer canjearlas por acciones u obligaciones convertibles. Siempre digo que cuando el banco te ofrece un producto financiero, tienes que tenemos que tener en mente que es bueno para el banco, pero puede ser o no bueno para el cliente. En el caso que nos ocupa, a los tenedores de participaciones preferentes del Banco Santander les quedaban pocas opciones:
- Canjear el producto de renta fija perpetua por acciones, que al menos podrían hacer liquidas.
- Seguir con participaciones preferentes, que no se pueden vender sin asumir pérdidas actualmente.
La opción primera es, para la mayoría de ahorradores, la menos mala. De un día para otro, un cliente ahorrador que invierte en depósitos principalmente, descubre que las participaciones preferentes son lo que son y acaba siendo accionista del Santander sin comerlo ni beberlo. Como era previsible, el 98,9% de los poseedores de preferente las han canjeado por acciones (muy indicativo de lo buen producto que es), con lo que se ha puesto en circulación 341,8 millones de acciones en el mercado.
Se esperaba que este miércoles el Santander intentara evitar el derrumbe de la acción, pero no lo ha conseguido. Una masa enfurecida de ahorradores metidos a accionistas ha empezado a dar órdenes de venta para recuperar su dinero. Los tres principales brokers vendedores se han desprendido de 33,5 millones de acciones, cuyos propietarios han preferido soltar. Y veremos lo que pasa el los próximos días, cuando los nuevos accionistas vean que en un sólo día sus impuestas acciones han perdido un 3,85% de su valor.
El experimento nos da una idea de lo que pasará cuando las próximas entidades canjeen sus preferentes: el precio de las acciones caerá el primer día por el efecto estampida de accionistas involuntarios. Mala situación del cliente bancario mal asesorado una vez más: o acepta el canje por acciones y se arriesga a una pérdida probable o mantiene sus preferentes y se queda con una rentabilidad fija pero sin opciones de venderlas sin pérdidas cuantiosas (las preferentes del Santader cotizaban en el mercado secundario a un 83% del nominal).
Por desgracia estamos ante más de lo mismo: un mal asesoramiento a un cliente confiado que acaba suponiéndole perder tiempo y tranquilidad.