Las rebajas de verano ya están a la ‘vuelta de la esquina’. De hecho, ya han comenzado en Madrid y a partir del próximo 1 de julio lo harán en rel resto de Comunidades Autónomas, según establece el Artículo 25 de la Ley 7/1996 de Ordenación del Comercio Minorista. Como es lógico la crisis se dejará sentir en este periodo en el que los españoles gastarán una media de 100 euros, un 5,5% menos que en 2008.
Se prevé una temporada de rebajas ‘dura’ y desde el primer día se podrán ver descuentos del 50% e incluso el 70% para incentivar el gasto. Al final, uno de cada dos consumidores ‘picará’ y terminará comprando algo. La clave durante estos periodos de rebajas no es cortar por lo sano, sino gastar ‘con cabeza’ y no comprar más de lo necesario. Para lograrlo se deben seguir una serie de pautas que limiten nuestros impulsos consumistas.
El primer paso es hacer una lista con lo que realmente es necesario comprar. En este punto hay que distinguir entre artículos que realmente necesitemos en el momento o artículos que ‘pueden venir bien’ en un futuro próximo. En el caso de estos últimos hay que valorar la necesidad real y el ahorro que supondría la compra ahora en rebajas. Es decir, puede que tenga pensado cambiar mi reproductor mp3 pero no todavía ¿debo adelantarme y hacerlo en rebajas? Sólo si la oferta es realmente ‘escandalosa’ y la comrpa se ajusta a mi presupuesto. En general, no porque un artículo esté rebajado estamos comprarlo. Cuando hacemos la compra en el supermercado no nos sentimos obligados a comprar todo lo que está en oferta. Hay que aplicar la misma regla.
Otro punto fundamental y complementario al primero es el de elaborar un presupuesto para las rebajas. En teoría, las rebajas ofrecen oportunidades de ahorro pero en muchos casos las compras se hacen por impulso. Para limitar nuestro afán consumista hay que asignar una cantidad máxima para gastar en rebajas en función de las necesidades antes marcadas y, si se considera oportuno y la economía personal lo permite, un pequeño suplemento ‘extra’ para algún capricho o compra no planicada.
La planficación es la base para no excedernos en el gasto, pero también es importante cómo comportarse en la calle, cuando ya estamos en ‘el campo de batalla’. Por eso conviene tener en cuenta algunos consejos básicos para no hacer frente a las ‘trampas’ de los comercios y a nuestros propios impulsos.
- Aprender a utilizar la tarjeta de crédito en rebajas y en el caso de los compradores más compulsivos llevar sólo dinero en efectivo. En realidad esto último es la fórmula más segura para limitar el gasto.
- No dejarnos llevar por ofertas engañosas. Generalmente los grandes descuentos sólo afectan a un número limitado de artículos y estos actúan como cebo para guiar al cliente al establecimiento y dentro del mismo.
- Lo importante es el precio del producto, no el porcentaje de descuento. 250 euros por un traje sigue siendo un desembolso importante por mucho que esté rebajado al 50%. El valor del dinero no se reduce en rebajas.
- Conocer los derechos del consumidor en rebajas (recogidos en el Instituto Nacional del Consumo). Que el precio de los artículos sea menor tampoco implica una pérdida de derechos. En caso de que estos sean vulnerados, no tenga reparos en reclamar.
Por último, hay que evitar que las rebajas sean una nueva fuente de endeudamiento. Así, por ejemplo, no debemos pedir un crédito para comprar un artículo en rebajas sólo porque cuesta menos. Esto también incluye no comprar a crédito con la tarjeta de crédito, uno de los fallos más comunes del consumidor en rebajas.
En el fondo, sólo hay que ser responsable en el consumo y consecuentes con el estado de nuestra economía. Si no teníamos pensado comprar algo, no lo hagamos sólo porque cuesta menos.
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