El Impuesto sobre Bienes Inmuebles es conocido en España como el IBI, se trata de un tributo directo, real, objetivo y periódico que grava la propiedad, la titularidad de derechos reales de usufructo o de superficie o de una concesión administrativa sobre los bienes situados en cada término municipal.
El IBI incide sobre todos los bienes inmuebles pero hay diferencias según su naturaleza rústica o urbana. Afecta a todos los inmuebles de naturaleza urbana, unidades urbanas, con una relación de propiedad delimitada a efectos fiscales. Está regulado en la Ley de Haciendas Locales.
Es importante conocer el cálculo de la cuota del IBI, partiendo del valor catastral de la vivienda, al que hay que aplicar el tipo de gravamen, fijado por cada ayuntamiento.
Esta cuota depende principalmente del valor catastral y del tipo impositivo, pero, sube el IBI si en muchas ocasiones el tipo es el mismo que años anteriores. Esto se debe por las variaciones del valor catastral, que se debe a la evolución de los valores de mercado de las viviendas.
El de vivienda es un impuesto más y cada ciudad ofrece una distinta calidad de vida a sus vecinos, pero interesa comparar a cuánto asciende el IBI en las ciudades españolas.
El coche y la vivienda, además del cuantioso desembolso que suponen, comparten otra peculiar similitud: generan anualmente una factura suplementaria muy gravosa para la economía de las familias. Si en el vehículo se trata del seguro, su equivalente en el piso es el IBI o impuesto de vivienda. Y si en un turismo de tamaño medio un seguro (a terceros y con bonificaciones) supone no menos de 80.000 pesetas al año, el IBI puede representar en nuestro país para una familia de clase media (piso de 100 metros cuadrados) entre 25.000 y 65.000 pesetas.
Pero, a diferencia de lo que ocurre con el seguro del coche (el usuario puede cambiar de compañía, sumar bonificaciones por ausencia de siniestros, elegir entre varios formatos de la póliza) ante el IBI la capacidad de maniobra que queda al ciudadano es prácticamente nula.
Ejemplos:
Lo que desembolsan los ciudadanos difiere mucho según la ciudad en que se encuentre su vivienda. En general, el impuesto de vivienda más caro se paga (en orden decreciente) en Barcelona, Santander, San Sebastián y Málaga, mientras que quienes soportan el IBI menos gravoso son quienes poseen una vivienda en Burgos, Logroño, Vitoria, Castellón y Murcia. Y, de menos a más gravoso, puede decirse que Pamplona, Madrid, Valencia, Alicante y Bilbao cobran un IBI intermedio.
La cuota por metro cuadrado en un piso atribuible a una familia acomodada es de 863 pesetas en Barcelona y de 822 pesetas en San Sebastián, mientras que en Madrid, Burgos, Murcia y Logroño no alcanza siquiera las 400 pesetas. En las viviendas de clase media y baja ocurre el mismo fenómeno de disparidad entre ciudades.
Una familia de recursos modestos paga un IBI de menos de 175 pesetas por metro cuadrado en Vitoria, Burgos, Bilbao, Pamplona y Logroño, mientras que en Barcelona, San Sebastián, Málaga y Santander supera las 325 pesetas.