Desde Ahorro Diario Chloe se hace esta pregunta a la vista de los datos de IPC y la fuerte caída de la inflación en los últimos meses hasta registrar tasas negativas. En teoría, la caída de precios suele deberse a un descenso del consumo que obliga a los comercios a ajustar sus precios para que aumente la demanda.
En este sentido, la actual caída del IPC e incluso el riesgo de deflación deberían ser reflejo de este frenazo al consumo. Lo que ocurre es que no todo es tan sencillo, ya que los datos que todos utilizamos para medir la inflación son sus tasas anuales, que durante 2008 se vieron muy afectadas por el precio del petróleo. La escalada alcista del precio del crudo y posterior descalabro con el estallido de la crisis han alterado la evolución inflacionaria de forma que ahora estamos pagando con tasas negativas el alto precio de los carburantes durante 2008. Además, las medidas que está tomando el Gobierno para incentivar el consumo generarán inflación a medio plazo.
El único ‘pero’ a la actual caída de precios es que se está produciendo a un ritmo mayor que el esperado y aquí si puede tener algo que ver la caída del consumo. En principio se puede decir que es positivo que los precios bajen, ya que así los ciudadanos tendrán que pagar menos por los bienes de primera necesidad, por sus alquileres y el coste de la vida será menor en general. Lo que es negativo desde un punto de vista estrictamente económico es la perspectiva de que los precios caigan. Si pensamos que el coste de la vivienda, coche, ropa, viajes… bajará a medio plazo, lo lógico es que esperemos a comprar, lo que a su vez ayudará a que el precio siga cayendo. Esto es lo que se conoce como la paradoja del ahorro, según la cual durante una crisis hay que consumir y no ahorrar.
Enconce, ¿estamos ahorrando demasiado? Por más que el IPC siga cayendo y la situación económica deteriorándose, creo que todavía no ha llegado el momento de dejar de ahorrar. En este caso no se trata de que el precio de las cosas vaya a seguir cayendo, sino de crear un entorno financieramente estable para el futuro. Es imposible que en apenas unos pocos meses ahorro y constricción del gasto las familias españolas hayan sido capaces de dar la vuelta a años de despilfarro.
Antes de retomar el gasto hay que establecer los cimientos para evitar futuros problemas, empezando por crear un fondo de reserva o acelerar el pago de la deuda más nociva. La mayoría de las familias españolas no han llegado al punto en el que estén ahorrando demasiado. Aún les queda camino por recorrer, sobre todo hasta que no aprendan a rentabilizar su dinero.