La constante inestabilidad del sector financiero está llevando a muchos ahorradores a replantear su estrategia de inversión en busca de la seguridad. Sin embargo, en estos momentos tampoco es fácil encontrar un activo que ofrezca plenas garantías. Entonces ¿dónde meter nuestro dinero? Las opciones se reducen básicamente a tres: depósitos bancarios, fondos monetarios y letras del tesoro.
En el caso de los depósitos el mercado cuenta con ofertas atractivas, pero el problema es que la garantía depende estrictamente de la entidad financiera en la que se depósitos. Si el banco quiebra, adiós beneficios y al dinero durante algunos meses, hasta que se haga efectivo el Fondo de Garantía de Depósito. Por eso, nunca hay que contar con más de 20.000 euros en ningún banco.
Los fondos monetarios puros son todavía peores. En teoría son muy seguros porque invierten toda o casi toda la cartera en activos de renta fija gubernamental o empresarial (un problema ahora mismo) de la mejor calidad. Pero no dejan de ser fondos…
¿A quién recurrir entonces? A la seguridad del Estado y a sus Letras del Tesoro. La principal ventaja de esta herramienta es que su garantía es el propio país y si España quiebra, ya podemos olvidarnos del resto… En realidad las Letras del Tesoro son, según la página del Tesoro Público, valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones de cuenta.
Las Letras del Tesoro se emiten mediante subasta pública y la inversión se realiza en múltiplos de 1.000 euros, que además es el importe mínimo de cada petición. Además hay que tener en cuenta que se trata de valores emitidos al descuento, por lo que su precio de adquisición es siempre inferior al importe que el inversor recibirá en el momento del reembolso. El interés será la diferencia entre el valor de reembolso de la Letra (siempre 1.000 euros) y su precio de adquisición.
Otra de las ventajas es que permite realizar inversiones a corto plazo, ya que se emiten letras a seis, 12 y 18 meses. Pero estos plazos rígidos sólo hay que tenerlos en cuenta cuando se invierte en el mercado primario y se suscriben las letras en el momento de su emisión. La otra opción pasa por acudir al mercado secundario, cuya ventaja es que se puede colocar el dinero a plazos distintos adquiriendo una letra ya en marcha.
Invertir en letras del Tesoro es relativamente sencillo y se puede hacer en cualquiera de las sucursales del Banco de España pagando en efectivo y sin gastos. También es posible hacerlo a través de una entidad bancaria, con lo que habría que anotar una pequeña comisión de compra y venta (en torno al 0,5%) o de forma telemática a través de la página web del Tesoro Público, para lo que es necesario contar con un certificado digital.
Las Letras del Tesoro le sirven al Estado para ir haciendo frente a sus gastos (como el dinero de los depósitos a los bancos) y por eso cuentan con ciertos beneficios fiscales. Aunque tributan al 18% como el resto de productos de ahorro, no sufren retención a cuenta sobre su rendimiento. El mayor inconveniente hasta hace poco era su rentabilidad, que anclada en torno a un 4,5% anual ahora supera incluso a la de los fondos monetarios. Por eso, ahora ‘ser patriota’ ya no es cuestión de orgullo sino de rentabilidad y sobre todo de seguridad.