Los empresarios para poder desarrollar su negocio, parten de los proyectos de inversión. Establecen la idea, investigan, realizan un análisis y citan las pautas para realizar el proyecto.
Para conseguir que un proyecto empresarial se convierta en un negocio real muchas veces es imprescindible tener acceso a un determinado capital. Lo cierto es que reunir el dinero para la puesta en marcha de una empresa es difícil y ahora aún más con la situación económica del país.
Pasos a Seguir para Financiar el Proyecto de inversión:
El primer paso es conocer bien cuánto necesita. Este cálculo es una parte esencial del plan de negocio, que debe recoger un esquema lo más cercano posible a la realidad sobre los recursos disponibles, así como la previsión de gastos en los primeros años de actividad, el periodo de cobro de las ventas realizadas, la cantidad y ejecución de pagos, controles de tesorería, plazos de amortización de inversiones y un largo etcétera.
El segundo paso sería buscar fuentes de financiación, puede ser propia o externa. La primera son los recursos monetarios de los que dispone el emprendedor, ya sean suyos, de familiares o de amigos. Se incluye el capital aportado por terceros sin que exista una exigencia de ser devuelto, como es el caso de las subvenciones.
Lo habitual es que el nuevo empresario necesite apoyo externo. Aquí se incluyen los créditos bancarios y otras modalidades gestionadas como las sociedades de garantía recíproca o las de capital riesgo. En definitiva, el que presta los fondos está buscando capacidad de devolución para hacer frente, mes a mes, a los pagos.
Es importante que a la hora de apostar por un proyecto se busquen posibilidades de éxito y un mercado emergente, un buen equipo que parezca dispuesto a asumir el reto y, sobre todo, a hacer crecer la compañía sin abandonar el proyecto con las primeras dificultades que seguro aparecerán.
Recursos Financieros:
Los productos financieros a los que puede recurrir un emprendedor son diferentes dependiendo del uso al que estén destinados. Estos son algunos de los más comunes:
- ‘Factoring’. Es la cesión de facturas o créditos comerciales a corto plazo a una firma especializada, normalmente una entidad financiera. El riesgo de insolvencia queda asumido por este intermediario a cambio de una comisión.
- ‘Leasing’. Conocido como arrendamiento financiero, se usa para la financiación del equipo y del material necesario para la empresa. Se trata de alquilar estos bienes a una compañía a cambio de un canon periódico.
- ‘Renting’. Esta modalidad es apropiada para empresas que deban cambiar su equipamiento cada poco tiempo. Material informático y vehículos son muchas veces financiados bajo este sistema.
- Sociedad de garantía recíproca. Son entidades financieras que facilitan el acceso al crédito a las pymes a través de la prestación de avales ante los bancos.
- Sociedad de capital riesgo. Se trata de firmas especializadas en la inversión de capital. Este instrumento financiero consiste en la participación de manera temporal y minoritaria de una entidad de este tipo en el capital social de una empresa. Es decir, se facilitan recursos económicos, convirtiéndose en socio-accionista y participando en los riesgos y resultados de la aventura empresarial.